Andrea del Castagno de Mugello
pintor
que contiene la vida de
Domenico Veneciano
Biografía de : "las vidas de los mas excelentes arquitectos, pintores y escultores italianos desde Cimabue a nuestros tiempos", descritas por Giorgio Vasari, Edición Torrentina de 1550
Cuán reprochable es en una persona excelente el defecto de la envidia, que en la persona no debe colocarse nunca, y por otro lado cuan infame y horrible es buscar el mal de uno simulando amistad, para apagar en otros, no solamente el renombre y la gloria, sino la vida misma. No creo ciertamente que sea posible expresarse con las palabras, sabiendo la infamia hecha con la virtud no hay fuerza de palabra por muy elocuente que se presente. Sin relajarme con este discurso, diré solamente que estos hechos albergan un espíritu, no diré inhumano y fiero, sino cruel y en todo diabólico, bien alejado de toda virtud, que no solamente son menos hombres, que nacen animales más generosos y dignos de vivir. Imitando y compitiendo se impulsa la virtud de adquirir gloria y honor, que es a lo que debe tenerse aprecio como necesario y útil del mundo; y en oposición, con la culpa y vituperio está la infame envidia, que no soportando el honor o prestigio en otros se dispone a privarle de vida para quitarle la gloria, como hizo el perverso Andrea del Castagno, siendo su pintura y dibujo grande y verdaderamente excelente, pero mucho mayor tenía el resentimiento y el deseo que hacia los otros pintores: de manera que con ténebres pecados enterró y ocultó todo el esplendor de su virtud.
Habiendo nacido en una pequeña aldea no muy lejos de la Scarperia de Mugello, pueblo vecino de Florencia, comúnmente llamado el Castagno, el cual tomó de apellidos cuando vino a Florencia. Quedando huérfano de padre siendo niño, lo recogió un tío suyo a quien estuvo muchos años guardando el ganado, pero viéndolo despierto y muy terrible, que no solo sabía guardar de las bestias, sino los prados y todas las cosas suyas de interés. Continuando luego, es que huyendo un día de la lluvia, se refugió, donde uno de estos pintores rurales trabajaban por poco precio, pintando un tabernáculo de un campesino, con poco valor. Andrea, que nunca antes había visto una cosa igual, asombrado de la maravilla, comenzó atentamente a observar y considerar la manera de hacer ese trabajo. Ansioso y codicioso de este arte, que sin perder más tiempo, comenzó por las paredes y sobre las piedras con carbones o con la punta del cuchillo, a grabar y a dibujar animales y figuras, siendo diestro que maravillaba a quien los veía. comenzó pues a correr el nombre entre los campesinos de esta nueva afición de Andrea, y al llegar (el momento de su fortuna) estos rumores y cosas a oídos de un gentilhombre florentino, llamado Bernardetto de Médicis, que tenía sus posesiones, quiso conocer a este niño; y viéndolo finalmente y oyéndole razonar con mucha diligencia, el preguntó que si aprendería de buen grado el arte de pintor, respondiendo Andrea que eso no podría producirse, si no se había nacido para ello por mucho que le agradara, y pareciendo perfecto decidió llevarlo a Florencia, con uno de los artistas mejores de entonces, para aprender a conocer como se debe trabajar. Prosiguió Andrea los estudios del arte de la pintura, dedicándose por entero, mostrando enorme inteligencia en la dificultad del arte, y máxime en dibujo. Pero no era igual coloreando sus obras, las cuales resultaban bastante crudas y ásperas, disminuyéndole gran parte de la bondad y gracia de aquéllas, y más aún en la suavidad que en su color no encontraba. Era muy vigoroso en el movimiento de las figuras y terrible en las cabezas de los hombres y mujeres, haciéndolas graves de aspecto y con buen dibujo. Las obras primeras de su juventud, las hizo en el claustro de San Miniato al Monte, cuando se desciende de la iglesia para ir al convento, hecha al fresco de pinturas, una historia de San Miniato y San Cresci, cuando del padre y la madre se separa. Hay también En San Benito, fuera de la puerta de los Pinti, obras suyas en un claustro y en la iglesia; y en el Ángel de Florencia hay un crucifijo en el claustro, frente a la puerta principal (#).
Pintó en Legnaia en la casa
de Pandolfo Pandolfini en una sala a muchos hombres famosos retratados de
natural. (# #,#,#)
Y a la Compañía del Evangelista hizo una insignia de procesión que
se tiene por muy bonito; y en el convento
de los Servi en dicha ciudad trabajó al fresco tres nichos planos en capillas:
en una está San Julián con historias de su vida (#),
y, con la figura está un perro en escorzo que se alabó mucho, y del
mismo modo sobre esta capilla trabajó un San Jerónimo, seco y austero
con mucho trabajo conducida, y sobre él hizo una Trinidad que tiene
un crucifijo en escorzo (#);
que en verdad, muchos elogios merece Andrea, por haberle dado forma y dibujo
en escorzo de mejor manera que los otros antes lo habían hecho. Del mismo
modo en la otra capilla bajo el órgano, la cual mandó hacer el Médici
Orlando, pintó dentro a Lázaro, Marta y Magdalena, y a las monjas de
San Julián les hizo un crucifijo al fresco sobre la puerta con un Santo Domingo,
San Julián, la virgen y San Juan, con mucho estudio llevados; se consideró
como una de las pinturas mejor hechas nunca, por todos los pintores universalmente.
Trabajó aún en Santa Croce en la capilla de los Calvacanti un San Francisco
y San Juan Bautista, (#
se da como obra de Domenico Veneciano) bellas figuras. Pero
muchos más asombró y maravilló a los artistas en el nuevo claustro del convento:
en prueba hizo un Cristo, frente a la puerta, en una historia al fresco pintó
a cristo en la columna, dónde puso una galería con columnas en perspectiva,
con cruceros y listeles que disminuyen, y las paredes con las juntas en almendra,
donde no falto muestra de dificultad de la perspectiva, que se hace dibujando
con arte en la pintura; en esta obra Andrea hizo aptitudes esforzadas en quienes
azotan a Cristo, mostrando la rabia y el odio en ellos y mansedumbre y paciencia
en Jesucristo. En el cuerpo, atado con cuerdas a la columna, parece que Andrea
intentaba querer mostrarnos el sufrimiento de la carne, y que la divinidad
dentro del cuerpo aporta en él un determinado esplendor de nobleza, esto parece
conmover a Pilato que está sentado entre sus consejeros, y parece que
quiere encontrar un modo de liberarlo. Está tan propia esta pintura,
que si no hubiera sido rasguñada y dañada por la ignorancia de quien quería
vengarse contra los judíos, sería ciertamente de las más bellas entre
todas las cosas de Andrea. A cuál, si la naturaleza le hubiera dado el don
de colorear, así como le dió dibujo y conocimiento para expresar
el afecto, se le hubiera tenido por perfecto y maravilloso.
Pintó en Santa María de Fiore la imagen de Nicolás de Tolentino a caballo;(#)
dónde al trabajar, se produjo que un niño movió la escalera, montando en cólera
corrió detrás hasta la esquina de los Pazzi. Hizo aún en Santa María Novella
en el cementerio entre tumbas un San Andrés, que fue causa de que pintara
en el refectorio donde la servidumbre come y los demás del hospital, (No
se da como suya) una Cena de Cristo con los Apóstoles. Adquirida
gracia con la familia de los Portinari, hizo la capilla del altar mayor de
San Gilio, en dicha iglesia, en la cual trabajó una pared, y las otras, se
las dieron a Alesso Baldovinetti y al muy celebrado pintor Domenico Veneciano
(todo perdido). Porque
el Portinari lo había hecho venir de Venecia, pues quiso introducir esa forma
de colorear al óleo que tenía, y por tal cosa tomó enorme envidia Andrea,
y aunque se le conocía como más excelente a él, no por esto fue menor la envidia;
porque al verle Andrea como forastero tratado de sus ciudadanos con mucho
honor, esto fue causa que determinase rencoroso calumniarle. Era Andrea persona
muy alegre y disimulador tan bueno como pintor, aunque nadie lo conocía mucho,
de lengua vivaraz y de espíritu orgulloso, y en los hechos tanto de pensamiento
como de obra muy resuelto. Empleó a algunos artistas, a los que, señalaba
con rasguño de uña los errores que en aquellos veía; y a quienes en su juventud
lo habían criticado en sus primeras obras los golpeaba, vengándose siempre
que tenía ocasión.
En estos primeros días al llegar a Florencia Domenico de Venecia, pintó en la sacristía de Santa María de Loreto en compañía de Piero de la Francesca, hizo sobre la esquina de los Carnesecchi en el ángulo de las dos vías que van a Santa María Novella un tabernáculo al fresco con una virgen y algunos santos en escorzo (queda un trozo #); que fue muy elogiado por ciudadanos y artistas de su tiempo. Por esto creció el deseo y desprecio en Andrea de no ser principal ni primero. Quiso hacer prácticas como discípulo con el Maestro Domenico, el cual porque era buena persona y afectuosa, con mucha afición a la música, divirtiéndole sonar el laúd, que iba por la noche cantando y dando serenatas a sus enamoradas; y Andrea a menudo con él iba haciéndole compañía, pareciendo no tener amigo mas grato, y Domenico por el trato le enseñó el método de colorear al óleo, que en la Toscana aún no se empleaba. Andrea había terminado al fresco en la capilla una anunciación de la virgen, que se tiene como cosa muy bonita por tener pintado el ángel en el aire, lo que no era visto hasta a ese tiempo. Pero mucho mas bonita era otra historia de la virgen subiendo las escaleras del templo, en el cual figuraban muchos pobres, y entre ellos uno que da con un jarro sobre otro; muy bien terminado en concurrencia del Maestro Domenico, con industria, arte y tesón. En la otra pared de la capilla tenía hecho el Maestro Domenico al óleo la Natividad y los esponsales de la Virgen, y Andrea había comenzado al óleo la última historia de la muerte de nuestra señora; en cuál por participar el Maestro Domenico, quiso aparecer alto, e hizo en escorzo un ataúd con la muerta dentro, que no tiene un brazo y un medio de longitud, y parece de tres de largo. En torno a ésta pintó a los Apóstoles de una manera, que así bien se conoce en las caras de ellos la alegría de ver que llevan el alma al cielo con jesucristo, se les conoce aún el dolor y amargor de permanecer en tierra sin ella. Entre los Apóstoles puso muchos ángeles que tienen antorchas encendidas, con bonitos aires en el rostro, tan bien conducida, que demostró ciertamente saber manejar los colores al óleo tan bien como el Maestro Domenico su competidor. Aún, de haber llevado esta obra a buen término, tapado de la envidia por los elogios a la virtud de Domenico se propuso, acabar para siempre con él, imaginando distintas vías para hacerlo morir, y entre otras se puso en esta guisa. Una noche de verano, como otras veces era habitual, el Maestro Domenico tomó el laúd, y partió de Santa María Novella, se quedó Andrea en su habitación dibujando, y a la invitación que Domenico le había hecho no aceptó, poniendo de pretexto que tenía urgencia de dibujar algunas cosas importantes. Por lo que ido Domenico rápidamente, a sus placeres por la ciudad caminando, Andrea no haciendo caso vuelto de nuevo se puso a esperarlo detrás de una esquina, y con unas pesas de plomo le rompió el laúd el estómago y a un tiempo le machacó a golpes la cabeza de mala manera, y no estando muerto, huyó dejándolo en tierra. Volviendo a su habitación en Santa María Novella, se puso con los dibujos que había dejado. Sintió al poco tiempo el rumor de la muerte, algunos vecinos de este lugar golpearon la puerta de la habitación y dándole a él la noticia del casi amigo muerto. Luego corrió con gran espanto gritando no obstante: "Hermano mío", y llorando mucho, al poco que llegó, Domenico expiró en sus brazos. No se supo nunca quien lo mató, hasta que Andrea, al estar muriéndose, lo confesó, en otro caso nada se sabría aún. Terminó su obra, quedando sin terminar por la muerte, la de su amigo, auque fue alabada por artistas y todos los ciudadanos.
Pintó Andrea en San Miniato entre las torres de Florencia una tabla, en la cual está una asunción de la virgen con dos figuras,(#) y en la nave de Anchetta detrás de la puerta de la Justicia un tabernáculo de la virgen. Y Domenico en Perugia hizo un salón para los Baglioni, tenido por muy hermoso (en la Giuntina lo da por destruido); y muchas más obras en otros lugares algunas muy hermosas. Era excelente con la perspectiva, y en muchas cosas del arte muy válido. Le dieron sepultura en Santa María Novella a la edad de 56 años. Y Andrea siguió en Florencia con sus obras. Están en casa de los Carducci en Florencia, hoy de Pandolfini, algunos hombres famosos, (Se repite, ya dicho arriba) retratados unos de natural y otros rehaciendo la efigie. Entre ellos están Philippo Spano de los Scolari, Dante, Petrarca, Boccaccio y otros caballeros entre un gran número de literatos, todos ellos muy trabajados.
En Scarperia, que es castillo en Mugello, pasando para Bolonia, sobre la puerta del palacio del vicario está una Caridad desnuda muy bonita; y en Florencia, de una rebelión de algunos ciudadanos, en la fachada del Palacio del Podestà les pintó estos de un pie colgados, con tan buen dibujo, que adquirió más nombre que antes tuvo; y de esto, porque se había hecho la pintura famosa, lo llamaron públicamente Andrea el de los Colgados. (Hay varias notas que lo dan por perdido en 1494, luego Vasari no lo pudo ver, esto constata que a veces está trabajando con rumores) Vivió espléndidamente, y porque era persona desprendida y se divertía mucho, y vestía bien, y en casa de lo propio, dejó pocos bienes a su muerte, truncándose la vida en la edad de 71 años (muere en 1457, ¡4 años antes que Domenico, juas ;-)!, No se tiene exactitud aún en el nacimiento pero puede que viviera de unos 40 a 45 años). Y sabiéndose después de muerto la impiedad que había cometido al maestro Domenico, con odio se le enterró en Santa María Novella y le hicieron este epitafio:
CASTANEO ANDREAE MENSVRA INCOGNITA NVLLA ATQVE COLOR NVLLVS LINEA NVLLA FVIT IL ENVIE EXARSIT FVITQVE PROCLIVIS À IRAM DOMITIVM HINC VENyVM SVBSTVLIT INSIDIIS DOMITIVM ILLVSTREM PICTVRA TVRPAT ACVTVM SIC SAEPE INGENIVM TORNILLO INIMICA MALÍ.
aprox. Castaño Andrea no tenia mesura ni color ni dibujo, Envidioso y colérico era, Domenico Veneciano ilustre pintor fue estropeado por este malévolo.
Dejó discípulos suyos a Iacop del Corso que fue razonable maestro, el Pisanello que terminó sus cosas, Marchino y Giovanni de Rovezzano, el año 1473.