FRA FILIPPO LIPPI
Si los hombres atentamente consideraran,
cuanta importancia tiene en los buenos talentos, llegar
a la excelencia en las profesiones que ejercen, serian ciertamente
mas solícitos, y mucho mas frecuentes y asiduos
en los esfuerzos que se sufren para aprender. Pues se ve,
también claramente, que todos los que esperan la virtud,
nacen (como todos) desnudos y humildes, y aprenden con muy grandes sudores y
cansancios; pero se conoce que es para virtuosos, adquirir en tiempo breve,
honrado nombre y riquezas casi excesivas, las cuales juzgo nada en comparación
del renombre y respeto que tienen los hombres, no por otra cosa,
que por conocerlos virtuosos,
y para verlos adornados y llenos de estas sumas ciencias,
o artes, quienes el cielo a pocos destina. Y es muy grande la fuerza
de la virtud, que extrae los favores y las cortesías de aquellos que nunca han
visto la virtud. ¿Pero y qué mas?.
Si en uno que realmente sea virtuoso se encuentra también algún defecto, aún
que sea condenable y feo, la virtud lo cubre mucho, que dónde en otro no virtuoso
seria castigado, no parece casi pecado en el virtuoso. Y no se castiga,
sino que compasión se le tiene, la misma justicia siempre tiene una reverencia
con cualquier sombra de virtud. Esta, y otros mil efectos maravillosos, muda
la avaricia en liberalidad; rompe los odios del espíritu; entierra los deseos
en los hombres; y eleva de aquí al cielo a quienes con el renombre pasan a ser
de mortales a inmortales, como en estas partes mostró fray Filippo de Tommaso
Lippi, carmelita, del que se dice que nació en Florencia,
en un callejón llamado Ardiglione, en el esquinazo de Cuculia, detrás
del convento de los monjes Carmelitas, y muerto Tommaso su padre,
quedó pobre de dos años sin atención, habiendo muerto la madre al poco
del parto. Quedó en gobierno de Lapaccia su tía, hermana de Tommaso, que
con enorme dificultad. Y cuando no pudo mas sustentarlo, teniendo él ya 8
años, lo hizo monje en el dicho convento del Carmine. Era
este niño muy diestro e ingenioso en las cosas manuales, pero bruto con las
letras, de las que no gustaba aprender, ni quiso aplicarles el talento nunca,
ni tenerlas por amigas. Lo llamó el prior, con el mismo nombre que tenía antes
de vestir los hábitos. Y porque en el noviciado, cada día sobre los libros de
los monjes que estudiaban, se divertía manchando los papeles de estos, el prior
convino que a dibujar aprendiera.
Por entonces, Masaccio recientemente había
pintado en el Carmine la capilla, la cual, agradaba mucho
por ser muy bonita a fray Filippo; cada día por
su gusto la frecuentaba, y se ejercitaba de continuo en compañía de muchos jóvenes
que la dibujaban, a los que superó en saber, y en maneras por lo que se
tenía que haría alguna cosa maravillosa, no solo en el final de su
virilidad. En los años jóvenes así como ya madurado,
tantas obras hizo que pareciera un milagro. Porque al poco tiempo trabajó de
verde tierra, (#)
en el claustro cerca de la consagración de Masaccio algunas historias en claroscuro;
y en muchos lugares en la iglesia en las paredes al fresco pintó; y cada dia,
al hacerlo mejor, había tomado la línea de Masaccio, imitándolo de manera muy
similar, tanto que muchos decían que el espíritu de Masaccio había entrado en
el cuerpo de fray Filippo. Hizo en un pilar de la iglesia,
al lado del órgano, la figura de San Marcial , que le aportó infinito renombre,
pudiendo ser comparada con las cosas que Masaccio tenía en pintura. Como se
sintió tan elogiado por todos, decidido colgó el hábito a la de edad de
17 años, (no
parece cierto, ni eso ni la aventura que sigue, tomó los votos en 1521 aprox.
a los 15 años, existiendo ininterrumpidos documentos del convento citándole
hasta 1432)
aunque había tomado las órdenes.
Preocupándole poco, dejó la religión. Se encontraba en Marca de Ancone,
paseando un día con algunos amigos en un pequeño barco por la mar, fueron
juntos apresados por los Moros que por estos lugares pasaban, llevados a Barberia,
fueron conducidos encadenados para servir y tenidos como esclavos, donde estuvo
con mucho pesar por 17 meses. Pero un día, que
al tenerlo mucho afecto los jefes, tuvo el capricho de dibujarlo; por lo que
tomado un tizón apagado de fuego, con todo eso lo retrató con sus prendas de
vestir a la morisca, en una pared blanca. Fueron otros esclavos quienes se lo
dijeron a los jefes, porque a todos un milagro les parecía, pues no dibujan
ni pintan en estas partes, y eso fue causa de darle precio y liberarlo de la
cadena donde por tanto tiempo había estado. Realmente es virtud muy grande tener
fuerza para cambiar a favor a quien puede condenar y castigar, de hacer lo contrario,
inducirlo a dar caricias y darle libertad en vez de suplicio y muerte. Trabajó
con colores algunas cosas en secreto para su amo que, lo liberó, y seguro en
Nápoles con regalos le hizo llevar; dónde pintó al Rey Alfonso, entonces Duque
de Calabria, un tabla al temple en la capilla del castillo donde hoy está la
guardia (quedan los laterales #
#)
. Quiso volver de nuevo a Florencia dónde permaneció algunos meses; y trabajó
para las monjas de San Ambrosio en el altar mayor una hermosa tabla (#
#),
que agradó a Cosme de Médicis, que por esta causa fue muy amigo suyo.
Hizo en la sacristía de Santa
Croce una tabla (#).
Terminada que fue, hizo otra, que fue puesta en la capilla de
casa Médicis, con la Natividad de Cristo (#);
trabajó aún para la mujer de Cosme (¿?,
será; PEDRO de Médicis)
una tabla con la misma Natividad de Cristo y San Juan Bautista, para
poner en la ermita de Camaldoli (#),
en una celda de los ermitaños hecha para su devoción, titulada a San Juan Bautista;
y algunas pequeñas historias que se enviaron por orden de Cosimo al Papa veneciano
Eugenio IV. fray Filippo por esta obra adquirió favores
del papa. Se dice que eran tan pasional, que viendo una mujer que le agradaba,
para poder tenerla, le ofrecía todo su dinero; y no pudiendo, por estos medios,
la retrataba, y con razonamientos la llama de su amor encendía. Estaba perdido
por este apetito, tanto que las obras tomadas, cuando estaba en este humor,
poco o nada ellas trabajaba. Entre otras cosas, Cosme de Médicis,
le mandó hacer una obra
para el archivo suyo, Lo encerró porque no fuera a perder tiempo , pero estando
ya dos días, empujado de su amor, una noche con unas tijeras hizo algunas listas
de paños de la cama, y de una ventana se descolgó, y se dió por muchos días
a sus placeres. Cosimo lo hizo buscar, finalmente lo volvió de nuevo al
trabajo; arrepentido de haberlo encerrado en el pasado, le dio libertad que
a su placer iba, pensando en el peligro y la locura que podía incurrir.
Desde entonces con halagos lo trató, y él con mas diligencia le sirvió, diciendo
que las excelencias de los talentos raros son formas celestiales y no asnos
vulgares. Trabajó un tabla en la iglesia de Santa María Primerana en la plaza
de Fiesole, a Nuestra Señora anunciada de un Ángel, en la que se aprecia una
diligencia muy grande, y en la figura del ángel tanta belleza que parece
realmente cosa celestial (Temerariamete asignan
esta obra de Fra Carnavalle #).
Hizo a la monjas de las Murate dos tablas, una Anunciación, puesta en el altar
mayor (#),
y en la misma iglesia en otro altar, historias de S. Benito (Queda
un trozo de la predeala
#) y la de S. Bernardo (esta parte, perdida),
y en el palacio de la Señoría, pintó en tabla una Anunciación sobre una puerta
(Habrán
leido, y leerán que pinto muchas Anunciaciones, y casi ninguna tiene
segura la procedencia porque la asignación se basa en el descarte de
las ya "asiganadas" luego asignan temerariarmente, (#),
y del mismo modo hizo en ese palacio a un San Bernardo sobre otra puerta (#),
y en el sacristía de S. Spirito de Florencia un tabla con Nuestra Señora y ángeles
rodeándola y santos al lado; trabajo raro, y tenida siempre en grandísima
veneración por nuestros maestros (#+
predela #,#,#).
En San Lorenzo, en la capilla de los obreros, trabajó un tabla con otra Anunciación
(#);
y una en (la
capilla de) Stufa, que no se termina. En Santo Apóstol,
en la misma ciudad, en una capilla, pintó en tabla algunas figuras en torno
a Nuestra Señora; y en Arezzo, a Micer Carlo Marsupini, le hizo la tabla de
la capilla de San Bernardo de los monjes de Monte Oliveto, con la coronación
de Nuestra Señora y muchos santos (#),
que puso al alrededor, que se conserva tan fresca que parecen hechos de las
manos de fray Filippo en el momento. Dónde Micer Carlo
le dijo que cuidara las manos que pintaba porque muchas de sus cosas eran criticadas.
Por lo que fray Filippo, en adelante las cubría de tejidos u otra invención,
las cubrió para rehuir críticas.
Trabajó en Florencia a las monjas
de Annalena una tabla de un nacimiento (#),
y en Padua se ven de él algunas pinturas. Envió a Roma dos pequeñas historias
de figuras al cardenal Barbo, excelentemente trabajadas y conducidas con
diligencia. Y ciertamente que con maravillosa gracia trabajó, y con finura aunó
las cosas suyas, por lo cual siempre los autores
lo han apreciado y de los modernos principales ha sido en suma elogiado y celebrado;
y aún mientras perdure su excelencia de la voracidad del tiempo, en cada
siglo se le venerará.
Se mudó a Prato, castillo cerca de Florencia, por mediación de algunos de sus
parientes que aún vivían. Estuvo, en compañía de fray Diamante del Carmino,
de gusto similar y compañero durante el noviciado, haciendo obras, algunos
meses en diversos lugares de este castillo. En tanto que, Las monjas de Santa
Margarita le encargaron una tabla para el altar de la iglesia (#).
A poco que había comenzado, estando en el monasterio, vio fray
Filippo a una hija de Francesco Buti el florentino, el cual para custodia
o para hacerla monja la llevó. fray Filippo enamorando
a Lucrecia, que ese era el nombre de la niña, la cual tenía gracia y donaire,
rogó mucho a las monjas para obtener permiso, queriendo que posara en
una figura de Nuestra Señora dentro de la obra; cosa que con mucho dificultad
le concedieron. Se las ingenió para apartar a la monja, un día fijo que
se iba a mostrar el cíngulo de Nuestra Señora, honrada reliquia de este
castillo. Las monjas quedaron avergonzadas por el caso; y Francesco su padre,
nunca mas se alegró, considerándose deshonrado. Por miedo no volvió
nunca ir, aún por mucho que le rogó su enamorado fray
Filippo, (Lucrezia
figura como Monja desde 1454 junto a su hermana Spineta, en 1456 fué raptada
por el capellán del convento un tal Lippi. Al parecer, su hermana y otras tres
monjas que la buscaron, la encontraron y regresa al convento en 1459, pero hay
datos que Lucrecia y su hermana estaban en casa de Filippo en 1461. En 1465
tienen otra hija Alessandria. Existe también una dispensa de votos que logró
Cosme de Médicis para los dos)
y al tiempo parió un hijo,
que se llamó a Filippo, y fue, como el padre, un excelente y famoso pintor.
En Santo Domingo en el Prato están dos tablas (#),
Una Nuestra Señora en la iglesia de San Francisco en la medianera, la cual se
movió de dónde estuvo primero, para no dañarlo, cortaron la pared dónde fue
pintada, y atada con maderas alrededor, la transportaron a la pared de la iglesia
donde se ve aún hoy. Y en el Ceppo (Hospital)
de Francesco de Marco, sobre un pozo, en un patio, es un estante, hay
una pintura suya con el retrato de Francesco de Marco (#),
autor y fundador de esta casa piadosa. Y en la capilla de ese castillo hizo
en un tablita sobre la puerta de salida a la escalera, con la muerte de
San Bernardo, sanando a los deformes que tocan el ataúd (#).
Están los monjes que lloran la muerte de su maestro, que es una preciosidad
mirarla, el lloro y la pena se mezcla, por su astucia, con naturalidad
igualmente en los contrayentes. Algunos tejidos de los monjes tienen muy bonitos
pliegues, y merecen infinitos elogios por el dibujo, color, composición, y por
la gracia y proporción que en dicha obra se ve, llevada con muy delicada mano
por fray Filippo.
Le fue encargado de los custodios
para tener una gran memoria de él, la capilla del altar mayor del lugar (#,
#,
#)
donde mostró tanto del valor suyo en esta obra como calidad y saber hacer, hay
tejidos y cabezas maravillosas. Hizo en este trabajo las figuras principales
mayores que al natural, donde presentó a los modernos el método de dar tamaño,
a la manera de hoy. Están algunas figuras con ropas en este tiempo poco empleadas,
dónde él comienza a despertar los espíritus de la gente que deben salirse esta
de simplicidad mas vieja que antigua puede decirse. En este trabajo están las
historias de San Esteban, santo de la parroquia, en la cara de la banda
derecha, hizo la disputa, la lapidación
y la muerte de este protomartir; en la expresión de la se ve la disputa
contrajo con los el judíos, mostró tanto celo y tanto de entusiasmo, que
es cosa difícil de imaginar, así que aún mas expresarlo, en las
distintas aptitudes de los Judíos se ve el odio, el desprecio y la cólera de
verse superados por él; mas abiertamente aún evidenció la bestialidad y la rabia
en los que lo matan con las piedras, agarrándolas mas grandes que pequeñas,
con del rechinar de dientes horrible, y con gestos crueles y furiosos. En este
terrible asalto, San Esteban muy seguro y con la cara levantada al cielo, se
muestra con enorme caridad y entusiasmo suplicando al Eterno Padre para quienes
lo mataban. Claras y bellas consideraciones que hacen conocer en otros cuánto
ingenio e invención del conocimiento para expresar esos efectos en las pinturas.
Se observa en los que entierran a
San Esteban, que están doloridos, y determinadas caras están tan afligidas que
no es posible observarlos sin conmoverse. En el otro lado hizo la Natividad,
el sermón, el Bautismo, la Cena de Herodias, y el Degüello de San Juan Bautista,
que tiene en la cara él espíritu divino de un predicador, y en la muchedumbre
que escucha, distintos estados, alegres y afligidos, tanto las mujeres como
en los hombres, abstraídos y suspendidos en los sermones de San Juan. En el
Bautismo se reconocen la belleza y la bondad; y en la Cena de Herodes, la majestad
del banquete, la dirección de Herodias, el asombro de los convidados y la tristeza
al presentarse la cabeza cortada en a la bandeja. En torno al convidado se ven
infinitas figuras con aptitudes bien desempeñadas, tanto en los tejidos y aires
de caras, entre los que se retrato con un espejo vestido de negro con
hábitos de Abad y a su discípulofray Diamante. Y en verdad esta obra fue
la mas excelente de todas las cosas suyas, por las consideraciones dichas, y
por haber hecho las figuras mayores que las naturales, lo que animó a los que
le siguieron a agrandar las figuras con otro estilo.
Fue tan considerado por su alta calidad, que muchas de las culpas condenables en vida, se cubrieron por medio de tanta virtud. Se dice que Micer Allessandro del Alessandri caballero y amigo suyo, a quien le hizo para su casa de campo, en su iglesia en Vincigliata, en el monte de Fiesole, un tabla con un Santo Lorenzo y otros santos, al cual retrató junto con dos hijos (#). Era muy amigo de las personas alegres y así siempre vivió. Afray Diamante le enseñó el arte de la pintura, quién en el Carmine de Prato trabajó muchas pinturas; imitándolo, mucho lo honró, porque alcanzó un alto grado de perfección. Estuvieron en su juventud Sandro Boticelli, Pisello, Jacopo de Sellaio florentino, que en San Friano hizo dos tablas y en el Carmine una trabajadas al temple, e infinitos maestros a los cuales siempre con ternura enseñó el arte. De su trabajo honradamente vivió, y gastó mucho dinero, sobre todo en las cosas de amores; en lo que disfrutó de continuo, y, hasta su muerte se divirtió. Se le pidió, por mediación de Cosme de Médicis, de la comunidad de Spoleto, hacer la capilla en la iglesia principal de Nuestra Señora (#), que al trabajar junto con fray Diamante condujo a un magnífico término, la mas bella obra que realizó, tenida por muy bonita; pero que quedó inacabada por llegarle la muerte. Pero se dice que, siendo muy inclinado a sus bienaventurados amores, algunos parientes de la mujer que amaba le hicieron envenenar.
Acabó el curso de su vida fray Filippo
a la edad de 67, en 1438,
(Murió
el 9 o 10 de octubre de 1469 con unos 63 años,
¿error de transcripción?)
y a fray Diamante dejó en Gobierno en su testamento a Filippino su hijo, el
cual, niño de diez años, que aprendió del arte de fray Diamante, con quien
volvió a Florencia, y se quedó fray de Diamante con 300 ducados, que para
la obra hecha quedaba de cobrar de la comunidad, qué comprados algunos bienes
para así, poca parte quedó al niño. Fué acogido Filippino por Sandro Botticelli,
tenido entonces por un gran maestro. Y el viejo fué enterrado en un sepulcro
de mármol rojo y blanco, que los Spoletinos colocaron en la iglesia que estuvo
pintando. Causó un gran pesar a su amigo Cosme de Médicis, y
particularmente al Papa Eugenio, quien en vida quiso dispensarlo, para que
tomase como mujer legítima el Lucrecia de Francesco Buti, pero para poder
hacer él y del apetito el suyo como quería, no la tomó. Mientras que Sixto
IV vivía, Lorenzo de Médicis, siendo embajador de los Florentinos, Estuvo
en Spoleti, para pedir a esta comunidad el cuerpo de fray
Filippo para ponerlo en Santa María de Fiore en Florencia; pero se le respondió
ellos tenían hambre de arte, y grandes hombres, porque lo que le pieron
la gracia de que quedase con ellos para honrarle; al tener en Florencia infinitos
hombres famosos, y casi superiores, de tal manera que les sería indiferente.
Bien es cierto que deliberó a continuación honrarlo en la mejor manera
que se podía, envió a Filipino su hijo a Roma con el Cardenal de Nápoles,
para hacerle una capilla. El cuál, de paso por Spoleti, en comisión de Lorenzo,
le hizo una sepultura de mármol bajo el órgano sobre la sacristía (#),
dónde gastó cien ducados de oro, que pagó Nofri Tornabuoni amo de la
Banca de Médicis, y de Micer de Agnolo Poliziano le hizo hacer el presente
epigrama tallado en dicha sepultura de letras antiguas:
(Aproximadamente: " Filippo gloria en la pintura está aquí enterrado, no se ignora la gracia de mi mano, mis dedos dieron vida a los colores, creyendo la gente que van a oir una voz, porque imité a la naturaleza quedando la gente pasmada, confesando que yo igualaba su arte, Lorenzo de Medicis me enterró aquí en una tumba de marmol, antes me acogió el humilde polvo." )