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Tratado de la pintura + otros aforismos, obra de Leonardo
El desnudo en la obra de Leonardo
Leonardo Da Vinci



Pintor y Escultor Florentino
Pintore e Scultore Fiorentino

Texto traducido de "las vidas de los más excelentes arquitectos, pintores y escultores italianos desde Cimabue a nuestros tiempos", descritas por Giorgio Vasari, Edición Torrentina de 1550



Enormes dones llueven de las influencias celestiales en los cuerpos humanos muchas veces naturalmente; y sobrenaturales a veces, de forma extraordinaria, mezclándose en un cuerpo únicamente  la belleza, la gracia y la virtud, de tal manera, que por todas partes se ve a este, muy divino, que al dejar detrás a todos los demás hombres, manifiestamente se  conoce (que es) obra de Dios, y no adquirida por arte humano. Esto lo vieron los hombres en Leonardo que además, de la belleza del cuerpo, no alabado nunca bastante, tenia una gracia más que infinita en cualquiera de sus acciones; y mucha virtud, que por todas partes el espíritu volvió en las cosas difíciles, que con facilidad los revolvía. Tubo una gran fuerza, habilidad, espíritu y valor, siempre leal y magnánimo. Y la fama de su nombre se corrió, que no solamente en su tiempo fue querido, mucho más a posteriori después de muerto. Y realmente el cielo nos envía algunas veces  a quien no representa solo a la humanidad, sino a la misma divinidad para que  como modelo en sus acciones, al imitarlo, podamos acercarnos con el espíritu y con la excelencia del intelecto a las partes de las sumas del cielo. Y para experiencia se ve en estos, que en algún estudio accidental intentan  seguir los rastros, que estos, de maravilloso espíritu, si ellos lo son, y de la naturaleza  son ayudados, cuando ellos mismo no son, al menos se acercan sus divinas obras, que participan  de esa divinidad.

Admirado y celestial fue Leonardo, sobrino ser de Piero de Vinci, que realmente buen tío y padre fue, (en la edic "Giuntina" >> de 1568 lo cita como padre, es generalmente aceptado que fue hijo ilegítimo) en ayudarlo en juventud, tanto en erudición como en la enseñanza de las letras, las cuales le habrían proporcionados grandes beneficios, de no ser muy voluble e inestable. Se puso a enterarse de muchas cosas y, comenzadas, a continuación las abandonaba. En pocos meses que estudió el ábaco, hizo tanto progreso, que al moverse continuamente en las dudas puso en dificultad al maestro que le enseñaba, y a menudo lo confundía. Dichoso, puso manos a la obra en la música, él resolvió aprender a tocar la lira, pero como al que le da la naturaleza un espíritu elevado muy lleno de gracia, cantaba divinamente improvisando. Aunque tuviera distintas cosas esperando, no dejó nunca de dibujar y hacer relieve, de las cosas que le iban a la cabeza con una imaginación más que ningún otro. Visto esto por Ser Piero, y considerado la subida de ese talento, tomando un día algunos de sus proyectos, los llevó a Andrea del Verrocchio, que era muy amigo suyo, y le rogó que le dijera de Leonardo, si se podría esperar con dedicación al dibujo, algún beneficio. Estupefacto quedó Andrea en ver el enorme principio de Leonardo, y reconfortó a Ser Piero recomendándole que Leonardo debía ir a su taller. Leonardo lo hizo de buen grado además de método. Y no solamente él ejerció esa profesión, sino todas las aquéllas allí donde el dibujo intervenía. Y teniendo un intelecto muy divino y maravilloso, y al ser un buenísimo geómetra, no solamente impulsó en la escultura y en la arquitectura, pero la profesión suya quiso que fuera la pintura. Mostró la naturaleza en las acciones de Leonardo tanto talento, que sus razonamientos hacían callar a los científicos con razones naturales. Fue listo y sutil, y con un perfecto arte de persuasión mostraba la complejidad de su talento, que en las cosas de números hacían mover los montes, extraía los pesos, y entre otras palabras mostraba poder elevar el templo de San Giovanni de Florencia y ponerle escaleras, sin arruinarlo, y con fuertes razonamientos los convencía, que parecía posible, aunque cada uno, a continuación de que él se había ido, conocía incluso para así la imposibilidad de emprenderlo. Era muy agradable en la conversación, con la que se ganaba los espíritus de la gente. Y sin tener, puede decirse, nada y trabajando, de continuo poco, tuvo sirvientes y caballos, los cuáles gustaba, y particularmente, otros muchos animales, que con gran paciencia domesticaba y controlaba. A menudo, de paso de lugares donde se vendían pájaros, de su mano los sacaba de la jaula y pagando a quien los vendía el precio que le pedían, los echaba a volar, volviéndolos a la perdida libertad. La naturaleza le favoreció mucho, que por todas partes donde tuvo el pensamiento, el cerebro y el espíritu, mostró tanta divinidad en las cosas, que en la deuda de perfección, de prontitud, vivacidad, bondad, belleza y gracia, ningún otro nunca le igualó.

Se encuentra que Leonardo para la inteligencia del arte comienza muchas cosas que nunca termina, pareciéndole que la mano no podía añadir más perfección a las cosas, que imaginaba, con esto, ideaba tales dificultades, que con las manos, aún que ellas fueran muy excelentes, no sabrían expresarlo nunca. Y muchos fueron sus caprichos, que filosofando de las cosas naturales, llegó a entender las propiedades de las hierbas, siguió y observó el movimiento del cielo, el curso de la luna y las marchas del Sol. Para uno que hizo del espíritu conceptos heréticos, que no se acercaba a ninguna religión, considerando por aventura mucho más ser filósofo que cristiano.

Gracias a Ser Piero su tío, en su juventud estudió el arte con Andrea del Verocchio, el cual haciendo una tabla dónde San Juan bautizaba a Cristo, Leonardo trabajó un ángel, que tenía algunas prendas de vestir; (#, los expertos creen, que también pinto los paisajes de fondo) y aunque era adolescente, lo llevó de tal manera, que mejor que las figuras de Andrea era el ángel de Leonardo. Que fue causa que Andrea nunca más quiso pintar, indignado de que un niño sabía más que él. Estuvo trabajando, para un tapiz, que se tenía que hacer en hilo de oro y seda tejida, para enviar al Rey de Portugal, en un cartón de Adán y Eva, cuando en el Paraíso terrestre pecan: dónde con el pincel Leonardo hizo un claroscuro, con albayalde, con un prado de hierbas infinitas y algunos animales, que en verdad pueden decirse que en diligencia y espontaneidad, del mundo divino talento para hacerlo no pueda haber similar.

En el hay una higuera con las hojas y las vistas de las ramas pintadas en escorzo, llevado con tanto amor, que el talento en él se esfuma solamente en pensar como un hombre pueda tener tanta paciencia. Hay también una palmera, que tiene la redondez de las ruedas de la palmera trabajadas con gran arte y maravilla, que otro que no fuera Leonardo no podía hacerlo con paciencia y talento. El trabajo no se hizo. Y el cartón está hoy en Florencia en el feliz museo del Espléndido Ottaviano de Médicis, a quien se lo dio no hace mucho, el tío de Leonardo. Se Dice que Ser Piero de Vinci tío de Leonardo, estando en la casa, doméstica de su campesino, quien de un tronco por él cortado de su mano, muy contento y de buen grado había hecho una rodela. Siendo muy práctico el villano en los pájaros y en la pesca, y sirviéndose en gran parte Ser Piero de él, para estos ejercicios, le pidió, que se la hicieran pintar en Florencia, sin decir a Leonardo de quien era, le dijo que pintara algo en ella. Leonardo, la tomó un día entre las manos esta rodela, y viendo que estaba mal trabajada y torcida la enderezó con el fuego, y diósela a un tornero, que, la rehizo en forma delicada y alisada. Y tras enyesarla y acondicionarla con un método suyo, comenzó a pensar lo que podía pintar sobre ella, hasta que asustara a quien tuviera delante, representando el efecto de cabeza de Medusa. Llevó pues Leonardo para este efecto a su habitación, donde entraba solamente él, luciérnagas, lagartijas, grillos, serpientes, mariposas, y otros extraños y similares animales: de la multitud junta combinada y adaptada saco un animal muy horrible y espantoso, el cual envenenaba con el aliento y hacía el aire de fuego. Lo representó saliendo de una piedra oscura y rota, bufando veneno de la garganta abierta, con fuego de los ojos y humo en la nariz tan extraña, que parecía monstruosa y horrible. Y sufrió haciéndola en esta habitación por el olor de los animales muertos demasiado intenso, que Leonardo casi no sentía, para poder llevarlo al arte. Terminada esta obra, que ya olvidada estaba del villano y del tío, Leonardo le dice que a toda su conveniencia enviaran por la rodela, que por su parte estaba terminada. Ido pues Ser Piero una mañana a la habitación por la rodela y llamando a la puerta, a Leonardo le abrió, diciendo que esperara un poco; volvió de nuevo a la habitación con la rodela y la puso a la luz en sobre un caballete en la ventana, que hacía deslumbrar, y a continuación lo hizo pasar a verlo. Ser Piero primero espero, no pensando en la cosa, súbitamente sacudido, no creyendo que aquélla era rodela, ni pintura figurada lo que se veía en ella. Y al volver con el paso atrás, Leonardo lo tuvo, diciendo: "Esta obra sirve para lo que se hizo: cogezla pues y lleváosla, este es el fin, que las obras esperan". Pareció le esta cosa más que milagrosa a Ser Piero, y alabó en gran parte el caprichoso discurso de Leonardo; a continuación compró a un mercader otra rodela pintada con un corazón traspasado por una flecha, la cual ofreció al villano que le estuvo agradecidísimo siempre mientras que vivió. Ser Piero vendió secretamente la de Leonardo en Florencia a unos mercaderes, por cien ducados. Y en seguidamente llegó a las manos de Francesco Duque de Milán, vendida en trescientos ducados de los provechosos mercaderes.

Pintó a continuación Leonardo a Nuestra Señora (Se intenta asignar esta #) en un marco, que estaba según el Papa Clemente VII, muy excelente. Y entre las otras cosas que había hecho, pintó una garrafa llena de agua con algunas flores, donde otra maravilla de realidad, imitaba el rocío de agua, que parecía de verdad.

A Antonio Segni, su amigo, pinto en una hoja un Neptuno (¿#?), dibujado con tanta diligencia, que parecía enteramente vivo. Se veía el mar perturbado, y el carro tirado de caballitos de mar con las quimeras, y conocidas cabezas de dioses marinos muy bonitas. Le ofreció Fabio a su hijo Giovanni Gaddi, ese dibujo con este epigrama:


 

PINXIT VIRGILIVS NEPTVNVM, PINXIT HOMERVS

DVM MARIS VNDISONI PER VADA FLECTIT EQVOS.

MENTE QVIDEM VATES ILLVM CONSPEXIT VTERQVE

VINCIVS AST OCULIS, IVREQVE VINCIT EOS.

 

Traducción de Gregorio Real :“ Virgilio pintó a Neptuno. Homero pintó los caballos mientras pasando por el vado doblegan a los dioses ( u olas) del mar. Ciertamente el poeta descubrió aquello con la mente, pero venció a ambos con los ojos, y venció a estos con justicia”



Se condujo a Milán con gran reputación a Leonardo ante el Duque Francesco, el cual se divertía mucho con el sonido de la lira, para tocar: y Leonardo llevó un instrumento, que tenía fabricado por el mismo de plata una gran parte, para que la armonía principal fuera más sonora y con mayor timbre. Sobrepasó a todos los músicos, que habían concursado; También fue el mejor improvisador de rimas recitadas de su tiempo. Sintiendo el duque los razonamientos tan maravillosos de Leonardo, se enamoró de sus virtudes increíblemente. Y rogándole, le hizo pintar una tabla de altar, con una Natividad que se envió del duque al emperador (Le suponen la virgen de las rocas que vendió durante el pleito, sin los laterales # # de Giovanni Ambrogio de Predis).

Hizo en Milán, para los monjes de San Domenico, en Santa María de las Gracias, una última cena #, una obra muy bonita y maravillosa, y a las cabezas de los Apóstoles les dio tanta majestad y belleza, que la de Cristo la dejó inacabada, no pensando poder dar esta divinidad celestial, que se imagina de Cristo. El trabajo, permanece sin terminar, Los Milaneses le tienen mucha veneración , y los forasteros también quieren saber lo que Leonardo imaginó, donde se expresa esa sospecha que tenían los Apóstoles, de traición a su Maestro. Se los ve en la cara el amor, el miedo y el desprecio, el desdén y el dolor, de no comprender el espíritu de Cristo. Es una maravilla, donde se conoce y se ve la obstinación, el odio y la traición de Judas. Cada mínima parte de la obra muestra un increíble diligencia, incluso el mantel se pinta el tejido de lino, de una manera que lo enseña incluso mejor que de verdad.

La nobleza de esta pintura, por la composición, o por la diligencia, llamó al deseo del Rey de Francia de llevarla a su reino, y como un arquitecto, ideó, que con armazones de traviesas de madera y hierros, que se lo habría llevado seguro, sin considerar en gasto si se hubiera podido hacer, por lo mucho que lo deseaba. Pero al hacerse en pared, hizo que Su Majestad se llevara solo el deseo, y que la obra permaneciese en Milán. Mientras realizaba esta obra propuso al duque hiciera a un caballo de bronce de maravilloso tamaño, en memoria del duque con su imagen. Y tan enorme él lo comienza que no pudieron acabarlo nunca. Es la opinión que Leonardo, como en otras cosas suyas lo hacía, lo comenzaba para no terminarlo; porque, siendo de tal tamaño y queriendo hacerlo de una pieza, el comienzo tenía ya la dificultad de concluirlo. Vino en ese tiempo a Milán el rey de Francia; siendo rogado Leonardo de hacer algo bizarro, hizo un león, que caminó muchos pasos, y a continuación se abrió el pecho todo lleno de flores de lis.

Tomó en Milán a Salaí Milanés para su recreo, que era muy elegante en gracia y hermoso, teniendo bonitos cabellos, anillados y rizos y con el que Leonardo se divirtió mucho; y le enseñó muchas cosas del arte, y algunos trabajos que en Milán se dice que son de Salaí, fueron retocados por Leonardo.

Volvió de nuevo a Florencia, donde encontró que los monjes servitas tenían encargado a Filipino en las obras de la tabla del altar mayor de la Anunciación; Leonardo dijo que de buen grado habría hecho él la obra. Filipino oído eso, como agradable persona que era, se retiró; y los monjes le llevaron la tabla para que la terminara, pagando los gastos a él y a su familia. Y estuvo largo tiempo, pero nunca la comenzó. Hizo un cartón de Nuestra Señora y una Santa Ana, con un Cristo
#, que también les pareció maravilloso a todos los autores, una vez terminada, en la habitación estuvo expuesta dos días para verlo los hombres y las mujeres, jóvenes y los viejos, como se va a las fiestas solemnes, para ver las maravillas de Leonardo, que hicieron asombrar a todo este pueblo. Porque se veía en la cara de Nuestra Señora todo lo que de simple y de belleza puede con simplicidad y belleza dar gracias una madre de Cristo; queriendo poner de manifiesto esta modestia y esta humildad muy contenta y alegre de ver de la belleza de su hijo, que con ternura sostenía en su regazo; y mientras que con muy honesta mirada hacia bajo reconocía a un san Juan niño que se iba jugando con un cordero, no sin una sonrisa de Santa Ana quien, plena de felicidad, veía a los suyos terrenales haberse convertido en celestiales. Consideraciones realmente del intelecto y talento de Leonardo.

Retrató a Ginevra de Americo Benci #, obra muy bonita; y abandonó el trabajo de los monjes, que lo devolvieron de nuevo a Filipino, al que le sobrevino la muerte no pudiendo terminarlo.

Leonardo pinta para Francesco del Giocondo el retrato de Mona Lisa, su mujer #; y después de cuatro años lo dejó inacabado. Este trabajo lo tiene hoy el Rey Francesco de Francia en Fontanable; en el cual, prueba en quien quiera ver, en cuánto el arte puede imitar la naturaleza. En él se pueden ver incluidos todos los detalles mínimos y sutiles que se pueden pintar con finura.  Los ojos tienen ese lustre y este brillo que continuamente está en los vivos, y en torno a ellos están  estos rosáceos tibios, y los pelos que el supo hacer con enorme finura. El las cejas parecen nacer los pelos en la carne, a veces  más, otras  menos  y vueltos  según los poros de la carne, no pueden ser más naturales. La nariz, con todas las aquéllas bonitas aperturas rosáceas y tiernas, se veía como viva. La boca, con su hendidura fina, unida del rojo de la boca con la encarnación de la cara, que colores que parecían realmente como carne. En la fuente de la garganta, si se  observaba con atención, se ve latir el pulso: y en la verdad se puede decir que fuese pintada de una manera que debe hace temblar y temer a cada vigoroso autor  sea cuál sea. Mona Lisa era muy bonita, mientras la retrataba, había gente que tocaba y cantaba, y continuamente bufones que la hacían estar  alegre, para no llevar esa melancolía que suele tener a menudo la pintura de los retratos. Y en este de Leonardo había un gesto muy agradable  era  más divino que humano al verlo, y se tenía como una obra maravillosa, por no ser  diferente del natural.

Por la excelencia  de las obras de este muy divino autor, había aumentado el renombre, que todas las personas que se divertían del arte, y al contrario, y la misma ciudad entera deseaba dejar alguna memoria. Y se razonaba para encargarle alguna notable y gran obra, donde se adornaba y se honraba lo publico de tanto talento, la gracia y el juicio, cuánto en las cosas de Leonardo se conocía. Y entre los grandes gonfalonieri (aprox. concejal) y los ciudadanos se decidió que,  en la nueva gran sala de Consejo,  debía tener  alguna bella obra; cuando Piero Soderini Gonfaloniere entonces de justicia, le encargó dicha sala. Para llevarlo a cavo Leonardo,  comienza un cartón para la sala del papa, sita en Santa María Novella, con la historia de Niccolo Piccinino oficial del Duque Filippo de Milán, en el cual dibujó  caballos que combatían por una bandera, cosa muy excelente y de gran maestría, por las admirables consideraciones que tuvo en hacer en esta fuga. En ella se conoce la rabia, el desprecio y la venganza de los hombres como de los caballos; hay dos, que se trenzaron con las patas delanteras, con gesto de venganza con los dientes que hacen que aumente el combate por la bandera, apresada por las manos de un soldado, mientras con la fuerza de los hombros, pone al caballo en fuga, vuelto con el cuerpo, agarrado a el asta del estandarte, para deslizarlo a la fuerza de las manos de otros cuatro, que dos lo defienden con una mano cada uno, y otra en aire con las espadas intentan cortar el asta; mientras que un soldado viejo con un gorro rojo al gritar tiene una mano en el asta, y con el otro un alfanje e intenta cortar de un golpe  las dos manos a los, que con fuerza apretando los dientes, intentan con muy orgullosa aptitud defender su bandera; En tierra entre las piernas de los caballos hay dos figuras en escorzo, que combaten, mientras que uno en tierra tiene encima un soldado, quien eleva el brazo cuanto puede, con fuerza para clavar en  la garganta el puñal, para matarlo, mientras con las piernas y forcejeando con los brazos, lo que puede para no morir. No puede expresarse los dibujos que Leonardo hizo en las prendas de vestir de los soldados, muy variados; igual que las  cimeras y los otros adornos, y con la maestría increíble que mostró en las formas y los alineamientos de los caballos: de los cuáles Leonardo nadie mejor que otro maestro pintó, la bravura, los músculos y elegante belleza. La anatomía en escorzo la dibujó  junto con la de los hombres, y una y otros redujo a la verdadera luz moderna. Se dice que para dibujar el  cartón hizo un andamio muy ingenioso, que apretándolo, se elevaba, y al ampliarlo, se reducía. Quiso colorear la pared al óleo, e hizo una composición de una mezcla para encolar la pared, que mientras pintaba en dicha sala, comenzó a chorrear, de manera que tuvo que abandonar la pintura.
(La pintura fue cubierta  en espera que él, u otro artista, se decidieran un día a terminarla.  En 1557 se remodeló el Salón, el mismísimo Vasari  fue quien tapó el fresco inacabado, y lo sustituyó por el suyo con la misma Batalla, luego se comprende la pormenorizada descripción, la imagen del cartón al que hace referencia >>, ver, y la una, posible, descripción de Leonardo >>). Tenía Leonardo un enorme espíritu y en sus acciones era muy generoso. Se Dice que al ir a la banca para cobrar la mensualidad, que Piero Soderini le tenía asignada, el cajero le quiso pagar con monedas pequeñas  y los devolvió respondiéndole: "no soy pintor de cuatro cuartos". Fue acusado de estafa, y Piero Soderini murmuró contra él; pero Leonardo hizo tanto con los amigos, que reunió los dineros y los entregó para devolver, pero Pietro no se los quiso aceptar.



Fue a Roma con el Duque Giuliano de Médicis en la designación del Papa León, que apreciaba las cosas filosóficas, y sobre todo  la alquimia, mientras  caminaba, con  pasta de cera hacía animales muy ligeros llenos de viento, los cuales al soplar, les hacía volar por el aire; pero cesando el viento, caían en la tierra. A un lagarto espléndido, encontrado en el jardín del Mirador, (jardines Belvedere)  le puso escamas de otros lagartos, y unas alas pegadas con mezcla de plata que al moverse cuando caminaba temblaban; le pegó  ojos, cuernos y barbas, y lo  domesticó  y lo tenía en una caja, que a todos los amigos a los que mostraba, por miedo huían. Solía coger minúsculas tripas y vejigas, y las hacia tan pequeñas  que cabían en la palma de una mano. Y había puesto en otra habitación  fuelles de herrería, a los cuales ponía la vejiga, al inflarlas, llenaba la habitación, que era muy grande, donde era necesario echarse atrás arrinconándose, mostrando las transparencias llenas de viento,  blandas y pequeñas  en principio, de llegar a ocuparlo todo, él lo comparaba con la virtud. Hizo infinitas de estas locuras, y estudió los espejos; e intentó modalidades muy extrañas en aceites para pintar y barnices para mantener las obras hechas. Se dice que le fue encargado una obra del Papa, y que  rápidamente comenzó a destilar aceites y hierbas para hacer el barniz; por lo que se dijo el Papa Leon: "Dios me ampare, no sirve  para hacer nada,  comienza a pensar al final antes que el principio de la obra". Existía un gran desprecio entre Miguel Angel Buonaruoti y él; por lo que partió de Florencia Miguel Angel para competir, con el permiso del Duque Giuliano,  fue llamado por el papa para la fachada de San Lorenzo. Leonardo en persona que supo de esto, partió y fue a Francia, donde el rey que tenía obras suyas, le tenía mucho afecto, y deseaba que coloreara el cartón de Santa Ana; pero él, según su costumbre, lo tuvo gran tiempo en palabras #.

Finalmente venido a viejo, estuvo muchos meses enfermo, y al verse cerca de la muerte, discutiendo de  cosas católicas, volvió de nuevo al buen camino, se convirtió a la fe cristiana con muchas lágrimas. Luego confesó y se arrepintió, así bien es que no podía tenerse en pié. Sostenido en los brazos de sus amigos, quiso tomar el  muy santo Sacramento.  El rey que a menudo, y afectuosamente le tenía costumbre de visitar; reverente se sentó sobre la cama, y le contó el  mal suyo, y en cuanto había ofendido no obstante a Dios y los hombres de mundo, no impulsando el arte como se convenía. Le sobrevino un paroxismo mensajero de la muerte. El rey intentó ayudarlo colocándole la cabeza y   el espíritu suyo, que muy divino era, conociendo no poder tener principal honor, expiró en brazos del rey, a la edad de 75. La pérdida de Leonardo fue mucha para  todos estos que le habían conocido, porque fue persona que dió mucho honor  a la pintura. Él, con el esplendor del aire suyo, que muy bello, levantaba cada espíritu triste, y con las palabras volvía cualquier intención en contra. Él con sus fuerzas paraba violencias y  furias; y con la derecha torcía el eslabón de muralla y la herradura de un caballo, como si fueran plomo. Con  liberalidad recogía y daba posada a amigos pobres y ricos, con tal que tuvieran talento y virtud.

Adornaba y honraba con cada acción suya una desnuda habitación.  Florencia recibió un enorme don al nacer Leonardo, y una pérdida infinita en su muerte. En el arte de la pintura añadió a la manera de colorear al aceite una determinada oscuridad;  con la que dieron los modernos gran fuerza y relieve a sus figuras. Y en la escultura hizo pruebas en las tres figuras de bronce que están sobre la puerta de San Giovanni de la parte de tramontana, hechas por Giovan Francesco Rustici #, pero aconsejado de Leonardo, que es el más bonito vaciado en dibujo y  perfección que modernamente se ha visto. De Leonardo tenemos la anatomía de caballos y de los hombres mucho más perfecta. Por tanto así divino, aún que mucho más se impulsaba con las palabras,  que con los hechos, el nombre y el renombre suyo no se apagará ya nunca. Para eso dice en su epitafio:




 

El a todos vence solo,

vence a Fidias vence a Apeles,

y aún a todos los demás victoriosos



y
en otro aún, para verdaderamente honrarlo dice:







LEONARDVS VINCIVS. QVID PLVRA?

DIVINVM INGENIVM, DIVINA MANVS,

EMORI IN SINV REGIO MERVERE.

VIRTVS ET FORTVNA HOC MONVMENTVM

CONTINGERE GRAVISS[IMIS] IMPENSIS CVRAVERVNT.



ET GENTEM ET PATRIAM NOSCIS; TIBI GLORIA ET INGENS

NOTA EST: HAC TEGITVR NAM LEONARDVS HVMO.

PERSPICVAS PICTVRAE VMBRAS OLEOQVE COLORES

ILLIVS ANTE ALIOS DOCTA MANVS POSVIT.

IMPRIMERE ILLE HOMINVM, DIVVM QVOQVE CORPORA IN AERE

ET PICTIS ANIMAM FINGERE NOVIT EQVIS.



Aprox: Leonardo da vinci ¿Qué más?, divino talento, divinas manos, que ha merecido muerte en brazos reales, virtud y fortuna levantaron este monumento caro, gente y patria gloria hacen del reposo de Leonardo, su sabia mano introdujo sombras en la pintura y color en el óleo, experto en bronce en cuerpos de hombres y dioses, y pintando caballos



Fue discípulo de Leonardo, Giovanantonio Boltraffio Milanese, persona muy practica y experta; como Marco Uggioni,  en Santa Maria de la Paz hizo el Transito de Nuestra Señora y las bodas de Canaan en Galilea.

 

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