GUGLIELMO da MARCILLA
Prior Aretino, Pintor
Texto traducido de "las vidas de los mas excelentes arquitectos, pintores y escultores italianos desde Cimabue a nuestros tiempos", descritas por Giorgio Vasari, Edición Torrentina de 1550
El beneficio que se obtiene de la virtud realmente es muy grande y esto no pasa solo en un país, es común también a todos. Porque por extraña y alejada que esté la región, cruel y desconocida nación de la que venga el hombre, pero si tiene un espíritu adornado de virtud y con las manos es hábil, parecerá nuevo en cada ciudad donde pase, mostrando su valor, tanta fuerza tiene las obras virtuosas, que de lengua en lengua va pasando su nombre y el nombre hace estar siempre vivo, porque pasa a ser maravilloso por la virtud y sus calidades se vuelven muy preciosas y honorables. Y a menudo se produce que muchos cuyas patrias han dejado lejos, llegaron a naciones que son amigas de la virtud y de forasteros con buenos hábitos, y al encontrarse apreciados y reconocidos, olvidan su nido patrio y toman otro nuevo para su descanso eterno. Como acabó eligiendo su nido en Arezzo Guglielmo da Marcilla sacerdote francés, el cual en su juventud estudió en Francia el arte del dibujo y junto con eso el arte de las vidrieras, en las cuales pasaba figuras a color con tal unidad que parecían pintura al óleo.
En su país, para liberarse del tribunal y la justicia, convencido de los ruegos de algunos amigos suyos tomó los hábitos de Santo Domingo, porque dió muerte a un enemigo. Y así bien permaneció en la religión, sin embargo nunca abandonó los estudios del arte, al contrario tanto practicaba que alcanzó una excelente perfección.
Fue por cosa del Papa Julio II que deseaba ardientemente de Bramante de Urbino que debía hacerle un palacio con muchas vidrieras, y quiso llamar el más sobresaliente, entre otros, que para tal trabajo conviniera, y le dieron noticias de algunos que hacían en Francia cosas maravillosas,
El embajador francés de los negocios entonces con la santa sede, el cual tenía una vidriera por ventana en su estudio, con una figura trabajada en un pedazo de vidrio blanco con infinitos colores sobre el vidrio trabajados al fuego, visto, escribió Bramante algunas cartas para invitar al autor Francés que viniese a Roma, ofreciéndole buena remuneración. Enterado el Maestro Claudio Franzese, de la noticia, y al saber de la excelencia de Guglielmo, con buenas promesas y dineros, hizo que no le fuera difícil dejar a los monjes, ya que lo trataban con poca cortesía y mucha envidia continuamente desde ellos, que más queria irse que el Maestro Claudio se empeñara en sacarlo. Llegaron pues a Roma, y cambió los hábitos de Santo Domingo por los de San Pedro (1509).
Bramante había hecho entonces dos ventanas de travertino en el palacio del papa, que estaban en la sala delante de la capilla, hoy adornada con la bóveda de Antonio de San Gallo, y los estucos maravillosos de las manos del florentino Perin del Vaga, trabajaron las ventanas el Maestro Claudio y Guglielmo, aunque a continuación por el saqueo (1527) las rompieron, para extraer el plomo para las balas de los arcabuces, las cuales eran ciertamente maravillosas, otras muchas hicieron para las estancias papales, pero ocurrió lo mismo que en las otras dos. Hoy aún hay una en la habitación del fuego de Rafaello en la torre Borgia, donde 2 ángeles sostienen las armas de Leon X.
Hicieron aún en Santa María del Popolo dos ventanas en la capilla de detrás de la virgen (#) con las historias de la vida de ella, estas fueron muy alabadas, y le dieron renombre y ganancias para la vida.
Pero el Maestro Claudio abusaba mucho de la comida y la bebida, como es hábito de esta nación, y por lo pestífero del aire de Roma, cayó enfermo de una fiebre que se agrabó y en seis días pasó a la otra vida. Y Guglielmo, sintiéndose solo y perdido sin su compañero, pintó una vidriera en Santa María del Alma, iglesia de los Alemanes en Roma (perdidas), por esta, fue causa que Silvio cardenal de Cortona le ofreciese y conviniese que fuera a Cortona su patria para hacer algunas ventanas y otras obras, y se fue a vivir allí. Y la primera obra que hizo fue pintar la fachada de la casa del Cardenal, que mira a la plaza, la cual pintó de claroscuro. Y les hizo a Crotón y a los otros primeros fundadores de esta ciudad.
Donde el cardenal, al conocer que Guglielmo no era menos buena persona, que excelente maestro de este arte, le pidió hacer en la parroquia de Cortona, una vidriera para la capilla principal (#, #), y otras pequeñas ventanas aún para esta ciudad.
Murió entonces en Arezzo Fabiano de Stagio Sassoli aretino, buen maestro haciendo ventanas, y le tenían los obreros del obispado encargado tres ventanas grandes, para la capilla principal, de 20 brazas de altura cada una, a Stagio hijo de Fabiano y a Domenico Pecori pintor, quiénes terminando las colocaron en el lugar, pero no satisfizo mucho a los Aretinos, aunque era un apreciable y honesto trabajo.
Se produjo en este tiempo que el Maestro Lodovico Bellichini, médico muy experto entonces y de los primeros que gobernaron esta ciudad y persona ingeniosa, fue llamado con ruegos por la madre del cardenal que enfermó, por lo que estuvo en Cortona y permaneció algunas semanas. Y en este tiempo hizo mucha amistad con Guglielmo, el cual ya tenía el título y beneficios de prior. Por lo que le pidió que viniera a Arezzo con permiso y gracia del cardenal, a hacerles algunas ventanas, él prometió lograr una buena licencia del cardenal, y allí se fue.
Y Stagio, que se había enemistado con Domenico, dió alojo en la casa al prior, e hizo la ventana de Santa Lucía (#) en la capilla de los Albergotti en el obispado de Arezzo, dentro está la Santa y San Silvestre. Este trabajo podría realmente decirse no ser vidrios coloreados y transparentes, por las muy vivas figuras, pintura al menos, realmente elogiada y maravillosa. Las carnes magníficamente conseguidas en los vidrios con el magisterio del squaglio, raspando la primera capa y coloreándola de otro color, como se podría hacer sobre una base roja otra amarilla y sobre la azul, blanca y verde, trabajo difícil y milagroso.
Porque el teñir poco o nada, para que sea diáfano y transparente, es relativamente fácil, pero que luego al cocerse al fuego, permanezca y quede resistente a los golpes del agua, y que el tiempo no lo consuma ya nunca, este trabajo es digno de elogio, al que todos maravilla. Ciertamente este egregio espíritu merece muy gran elogio, porque ninguno en esta profesión, alcanzó tal maestría en el dibujo, en la invención, en el color, y con tal calidad, que nunca se había hecho.
Hizo a continuación un gran rosetón en dicha iglesia, y dentro la llegada de espíritu Santo y cosas del Bautismo de Cristo por San Juan, donde hizo a Cristo en el Jordán que espera a San Juan, el cual está tomando una taza de agua para bautizarlo, mientras que un viejo desnudo se descalza y algunos ángeles preparan ropas para Cristo, y sobre ellos el Padre, que envía el espíritu Santo a su hijo (#),
Y trabajó la ventana de la resurrección de Lázaro (#) a los cuatro días, dónde es imposible ya poner en tan poco espacio tantas figuras, en las cuales se reconoce el miedo y el asombro de este pueblo y la hediondez del cuerpo de Lázaro, el cual hace llorar de alegría a las dos hermanas del resucitado. Y en esta obra hay 15 capas de color sobre color en el vidrio, que muy viva ciertamente parece cada minúscula cosa.
Y quien quiera ver cuánto en este arte ha podido la mano del prior, en la ventana de San Mateo (#) sobre la capilla del mismo Apóstol, observará con que realismo Cristo llama a Mateo para que lo siga, y como al abrir los brazos para recibirlo, él abandona las riquezas y tesoros adquiridos. Y mientras un apóstol despierta a otro que está adormilado al pie de la escalera, todo con diligencia muy grande, y del mismo modo se ve aún a San Pedro hablando con San Juan, muy bellos uno y otro, que realmente parecen divinos. En esta ventana están compuestos con perspectiva, en los elemento de la escalera y las figuras y los países, que no se pensará nunca que es una vidriera, sino cosa llovida de cielo para consolación de los hombres.
Hizo en el mismo lugar la ventana de San Antonio y San Nicolás muy bonitas, y otras dos, con la historia de cuando Cristo expulsa a los mercaderes del templo (#) y en la otra él y la adúltera (#), obras realmente todas maravillosas.
Y tantos fueron los elogios, reconocimientos, y premios por su trabajo, y la virtud del prior por los Aretinos reconocida, que él por tal cosa muy contento y satisfecho, eligió esta ciudad como patria, y pasar a ser aretino.
Después, de considerar encorsetado, incluso el arte de las vidrieras, por ser poco eterno, dada su facilidad de romperse luego de realizados, acabó deseando probar la pintura, y los obreros del obispado lo tomaron para hacer tres grandes frescos a gastos, pensando en dejar memoria de él. Y los Aretinos en recompensa le dieron poderes de uso, donde la cofradía de Santa María de la Misericordia, de un terreno, con buena casa para disfrute de la vida suya, y acordaron que, terminada tal obra, se le pagara como un egregio autor el valor de aquélla, y que los encargados de esto quedaran bien enterados.
Por lo que puso todo su espíritu en hacerse valer, y recordando las cosas de la capilla de Miguel Ángel, hizo las figuras en la altura muy grandes. Y pudo en él, el deseo hacerse excelente en tal arte, que aunque ya tenía 50 años edad, iba mejorando las cosas que terminaba tal como se ve (#, #) en la última bóveda trabajada desde abajo, con práctica, con dibujo y con inteligencia. En el cuál figuró los principios del nuevo Testamento, como en los tres grandes había hecho los principios del Viejo. A causa de esto, quiero creer, que todo talento que tenga voluntad de alcanzar la perfección, llegará (queriendo trabajar), al término de cada ciencia.
Él se espantó al principio por el tamaño, y por no haberlo hecho antes. Que fue causa que envió a Roma por el Maestro Giovanni Franzese miniador, que, al llegar a Arezzo, hizo al fresco en San Antonio un arco con un Cristo y a la compañía el estandarte que llevan en procesión, que le fue encargado el trabajo por el prior. Y él muy diligentemente lo llevó.
Por este mismo tiempo hizo en la iglesia de San Francisco el rosetón en la fachada principal de la iglesia, gran obra, en la cual representó al Papa en el Consistorio y la residencia de cardenales, donde San Francisco lleva las rosas de enero (#) y para confirmar la regla va a Roma. En este trabajo mostró cuanto entendía de composición, que realmente se pudiera decir que hubiera nacido para eso. No he visto en ningún autor esta belleza, en las figuras, y gracia que no hay con quien compararlo.
Son infinitas las vidrieras para esta ciudad, todas muy hermosas, y en la Virgen de las Lágrimas, el rosetón con la Asunción de la Virgen (#) y los Apóstoles, y una vidriera con una Anunciación muy bella.
Ya en la iglesia de la anunciación una vidriera con los Esponsales (¿#?) , y otrod rosetón y dentro un San Jerónimo para Spadari (¿#?), y del mismo modo hizo otros tres ventanales (¿#?). Y en la iglesia de San Jerónimo, hizo un rosetón con el nacimiento de Cristo, muy hermoso (perdido), y aún otro en San Rocco.
Vírgenes hizo en diferentes lugares como en Castilion del Lago, y en Florencia a Lodovico Capponi para Santa Felicita (Actualmente en el museo del Barguello), dónde está la tabla de Iacopo de Pontormo (#), pintor muy excelente, y la capilla trabajada de él al óleo en la pared y al fresco y en tabla. Cuando ponía las ventanas vino en las manos de los monjes Jesuatos unas muestras , que en Florencia trabajan las vidrieras, para estudiarlas y mas tarde la regresaron a su sitio, luego hicieron algunos cambios.
Volvió aún pintar al óleo e hizo en San Francisco de Arezzo en la capilla de la Concepción un tabla (perdida), en la cual hay algunos vestidos bien hechos y muchas cabezas muy vivas y muy bellas que le dieron honra para siempre, siendo ésta la primera obra que había hecho al óleo. Era una persona muy honorable y se divertía cultivando. Compró una muy hermosa casa y le hizo infinitos arreglos. Como hombre religiosos tuvo continuamente hábitos muy buenos y honesta conciencia, siendo que les hizo a los monjes de su congregación, a los que había dejado con pesar, una vidriera en San Domenico de Arezzo, convento de su religión, una hermosa vidriera (perdida) para la capilla el altar mayor, en la cual hay una vid que rodea el cuerpo Santo Domingo y de allí nacen infinitos monjes que van creando el árbol de la religión, y en la cima la Virgen y Cristo que se casa con Santa Catalina de Siena, lo que es de alabar y con gran maestria el cual no quiso cobrar, pues le pareció tener mucha obligación con esta orden.
Envió a Perugia para San Lorenzo una muy hermosa vidriera (perdida) y otras infinitas en muchos lugares alrededor de Arezzo.
Y porque era muy bueno en las cosas de la arquitectura, hizo muchos diseños por esta tierra a ciudadanos para sus obras, y de ornamentos para la ciudad, como las dos puertas de San Rocco de piedra (#), y los adornos, como de piedra, que puso a la tabla del Maestro Luca (#), en San Jerónimo.
En la Abadía de Cipriano d´Anghiari hizo unos ornamentos y a la Compañía del Trinidad otros para la capilla del crucifijo, y un lavamanos muy rico en la sacristía, los cuales son obra de Santi Scarpellino.
En el trabajar siempre tenía su deleite, y estuvo todo el invierno y el verano trabajando en los muros, hasta que la insana humedad le encharcó un pulmón, tanto que le drenaron los médicos, pero en pocos días entregó el alma. Y como buen cristiano tomó el Sacramento de la Iglesia e hizo testamento.
Después, como tenía especial devoción de los ermitaños Camaldolesis, que están cerca de Arezzo a veinte millas sobre el valle de los Apenninos tienen su congregación, a ellos les dejó su herencia y allí quiso que llevaran su cuerpo. Y a Pastorino de Siena su ayudante, que había trabajado muchos años, le dejó los vidrios y las herramientas para trabajar, aún que este haya hecho a continuación pocas cosas de esta profesión. Le siguió mucho uno llamado Maso Porro de Cortona que valía mucho en la cocción de los vidrios pero no pintándolos.
Su criado Batista Borro aretino, le imitaba las vidrieras, y le enseñó los primeros pasos en el vidrio a Benedetto Spadari y a Giorgio Vasari aretino.
Vivió
el prior 62 años y murió el año 1537 (1529).
Merece infinitos elogios el prior, que llevó a la Toscana el arte
de trabajar los vidrios con esta maestría y finura tan deseable. Y en
consecuencia, habiendo sido de tanto beneficio, aún tendremos su honor
y el eterno elogio, exaltándolo tanto en la vida como en las obras.