Texto traducido de "las vidas de los mas excelentes arquitectos, pintores y escultores italianos desde Cimabue a nuestros tiempos", descritas por Giorgio Vasari, Edición Torrentina de 1550
No dudo que casi de
todos los escritores está muy determinada la opinión de que la
escultura junto con la pintura fueron encontrados primero naturalmente
de los pueblos de Egipto, y que algunos otros lo atribuyen a los caldeos
las primeras caras de mármol y los primeros relieves de las estatuas,
como dan también a los Griego la invención del pincel y de colorear.
Pero diré que serlo de uno u otro arte es por el dibujo, que es el fundamento
de aquéllos, y al contrario es la misma alma que alimenta incluso así
todos los partos de los intelectos, (Maria
Teresa Mendez Baigez y Juan Montijano García traductores para Cátedra,
de este proemio, le cazan las apropiaciones. Esta primera de Pomponio
Gaurico, de Scultura) Que era más perfecto en su origen
que todas las demás cosas, cuando el altísimo Dios, había
hecho el cuerpo del gran mundo y adornado el cielo con sus claras luces,
descendiendo con la inteligencia la limpieza de aire y la solidez de la
tierra, y, al formar el hombre, con la invención de las cosas en la primera
forma de escultura y que hombre la obra a continuación (y no me debería
llevar la contraria) como el verdadero ejemplar de las estatuas y la escultura
y la dificultad de las aptitudes y de los contornos, y de las primeras
pinturas (cualquiera que ellas fueran ) la morbidez, la unión y la discordante
concordia que hacen las luces con las sombras. Siendo que el primer modelo,
donde salió la primera imagen del hombre, fue una masa de tierra,
y no sin causa; asimismo el divino arquitecto del tiempo y la naturaleza,
(Dante,
Purgatorio X 33) como el muy perfecto, volvió a mostrar en
lo imperfecto de la materia
el hábito
y las maneras en el quitar y añadir (expresión
de Miguel Ángel), con el mismo método que trabajan
los escultores y pintores buenos, los cuales en los modelos añaden y quitan,
y reducen los imperfectos bocetos hasta el final con la perfección
que se quiere. Le dió Diós un color muy vivo de carne, donde
se extrajo para las pinturas, de las minas de la tierra los colores, para
falsificar todas las cosas que representan en las pinturas. Bien es cierto
que no se puede afirmar en absoluto que la imitación de las cosas hermosas
impulsara haciéndose a los hombres antes del diluvio. Aunque
parece verosímil creer que esculpieran y pintasen de alguna manera; a
continuación Belo, hijo del altivo Nebrot, 200. años después del diluvio
universal hizo la estatua de donde nació a continuación la
idolatría;
y
Semiramis la muy celebrada nuera, Reina de Babilonia, en la torre de
esa ciudad colocó entre el ornamentos de aquélla, no solamente variados
y diferentes tipos de animales representados y coloreados de natural,
sino a si misma y a Nino, su marido, y
las estatuas aún de bronce del suegro y de la suegra y de su consuegra,
como cuenta Diodoro (Sículo),
llamándole
con nombres de Griegos, que no existían, Júpiter, Juno y Ops. Por
estas estatuas aprendieron por aventura los caldeos a hacer las imágenes
de los dioses; a continuación, 150 años después, Raquel huyó de
Mesopotamia junto con Jacob su marido, robando los ídolos de Laban
su padre, como oportunamente cuenta el Génesis.
No fueron sin embargo los únicos los caldeos en hacer a esculturas y pinturas, que las hicieron aún los Egipcios, ejerciendo en el arte con tanto estudio, cuánto se puede ver en el sepulcro maravilloso del antiguo Rey Simandio, que ampliamente describe Diodoro, y cuánto da el severo mandato hecho por Moisés al salir de Egipto, es decir so pena de muerte, no se hacían de Dios imágenes algunas. Al descender del monte, se encontró hecho el ternero del oro y adorado solemnemente de su gente, que se perturbó seriamente de ver concedidos los divinos honores a la imagen de un animal, no solamente lo rompió y lo redujo a polvo, que de castigo de tan grave error, hizo matar de los Levitas a muchos millares de los pérfidos hijos de Israel, que habían cometido esta idolatría. Pero no el trabajar estatuas, adorarlas era pecado gravísimo, y se lee en el Éxodo que el arte del dibujo y las estatuas, no solamente mármol, sino de todas la suerte de metal. Le dió Dios conocimientos a Besaleel de la tribu de Judá y a Ohliab del tribú de Dan, que fueron los que hicieron a los dos querubines de oro y el candelabro el velo y el y las ropas sacerdotales y tantas de otras muy hermosas cosas que se fundieron para el tabernáculo, y no por otro motivo que para invitar la gente a contemplarlos y adorarlos.
Luego de las cosas vistas antes del diluvio, la soberbia de los hombres encontró el método con las estatuas para que permanecieses en el mundo con renombre inmortal. Y los Griegos, quienes razonan diferente de este origen, dicen que en Etíopesa encontraron las primeras estatuas, segundo Diodoro, y los Egipcios aprendieron de ellos, y de éstos los Griegos, puesto que hasta los tiempo de Homero se ve que la escultura y la pintura eran perfectas, como de hecho da fe el escudo de Aquiles descrito por el divino poeta (Iliada canto XVIII -478) con tanto arte que más parece escultura y pintura que escritura. Firmiano Lactanzio en sus fábulas concede a Prometeo, igualmente que del gran Dios, dar forma a la imagen humana del barro; y afirman que el arte de las estatuas vino de él. Pero, según escribe Plinio, este arte vino a Egipto de Giges Lidio (Plinio el viejo Hª natural libro VII -205), el cual, estando junto al fuego vió la sombra de si mismo, y rápidamente con un carbón en mano dibujó el contorno en la pared; y de esta edad durante tiempo solo líneas sin cuerpo ni color, sí como afirma el mismo Plinio (Plinio el Viejo Hª Natural libro 35); y es cosa de Filocles el egipcio y que también del mismo modo de Cleantes y Ardice de Corintio, y de Delefanes sicionio que lo encontraron. Cleofantes de Corintio fue el primero de los Griegos en aplicar colores, y Apolodoro el primero que usó el pincel (Plinio Hª Nat. libro-35; 60). Le Siguieron Polignoto, Tasio (Plinio 35-58), Zeuxis (Plinio 35-61) y Timagoras de Calcis, Pitio y Aglafantes, todos celebradísimos, y después de éstos, el muy celebrado Apeles, a quien Alejandro Magno le estimó mucho su virtud considerándole y honrándolo, que además era muy listo usando la calumnia y el favor; como nos muestra Luciano, y como casi siempre sucede con todos los pintores y los escultores excelentes, son dotados del cielo las más de las veces, no solamente del adorno con la poesía, como se extrae de Pacuvio (Plinio 35-19), también de filosofía, como se ve en Metrodoro, experto tanto en filosofía cuánto en la pintura, enviado por los Atenienses a Paulo Emilio para adornar el triunfo, que siguió quedándose para enseñar filosofía a sus hijos (Plinio 35-135).
Fueron grandes practicando en Grecia la escultura, en las cual se encontran a muchos autores excelentes, y entre otros a Fidias ateniense, Prasiteles y Policletos enormes maestros (Plinio 34-49); también, Lisipo y Pirgoteles (Plinio 37-8) que tallando valen mucho; y Pigmalión en el relieve de marfil, cuyos favores, dicen que rogó para que respirase y tuviera espíritu la figura de una Virgen que él hizo (Ovido - Metamorfosis X-242). La pintura los Romanos la honraron y premiaron del mismo modo que los antiguos Griegos y por grandes tuvieron a quienes presentaron maravillas, bien pagados de las ciudades y con gran dignidad.
Floreció tanto este arte en Roma, que Fabio dio nombre a su linaje firmando en las pinturas hermosamente realizadas en el templo de la Salud, y llamándose Fabio Pintor (Plinio 35-19).
Se prohibió por decreto publico que los siervos ejercieran tal arte para las ciudades (Alberti de la pintura), y tanto honor hicieron la gente de continuo en el arte a los autores, que las obras raras en los despojos de los triunfos, como cosas milagrosas, a Roma se mandaban, y los autores excelentes eran liberados si eran esclavos y reconocidos y honrados con premios de las repúblicas. Los mismos Romanos tanta reverencia a tales miembros llevaron, que más allá del respeto en dañar la ciudad de Siracusa quiso Marcelo que se respetase a un autor famoso de allí, siendo su voluntad de al asaltar la ciudad tuvieran respeto (Plinio 7-125) de no poner fuego a esta parte donde estaba una muy bella tabla pintada, que se llevó a continuación a Roma en el triunfo con mucha pompa. Dónde en un espacio de tiempo, desnudó al mundo, y se redujeron los autores mismos y las egregias obras de ellos, luego Roma a continuación, se hizo muy bella, que en verdad le dieron gran empaque las estatuas, y más las extranjeras que las propias , que se sabe que en Rodas, ciudad de una isla no muy grande, había más de tres mil de estatuas que faltan entre bronce y mármol. Y no le faltaban muchas a los Atenienses para igularlos, pero había muchas más en Olimpia y Delfos, e innumerables las de Corinto, y todas muy hermosas y de enorme valor. ¿No se sabe que Nicomedes el Rey de Licia, por desear una Venus de mano de Prasiteles, consumió casi todas las riquezas de pueblo?(Plinio 7-125) ¿No hizo el mismo Atalo, que por tener la tabla de Baco pintado de Arístides, no le importó gastarse más de 6000 sestercios? La cuál tabla Lucio Mummio la llevó, para adornar también Roma, en el templo de Ceres con enorme pompa. (Plinio 35-25)
Pero con toda la nobleza de este arte, y que estuviera tan apreciada, no se sabe sin embargo aún ciertamente quién le dió el primer empuje. Porque, como ya se razonó, se vió entre los antiguo caldeos, algunos los atribuyen a los Etiopes y los Griegos a si mismos lo asignan, y pudiera ser no sin razón pensar que quizá lo más antiguo fuera Toscano, como da prueba nuestro León Batista Alberti, y en esto ha puesto mucha claridad la maravillosa sepultura de Porsena, en Chiusi, dónde no hace mucho tiempo que se encontró bajo tierra, entre las paredes del Laberinto, algunas tejas de tierra cocida, con figuras de mediorrelieve, muy excelentes y con tan buenas maneras que fácilmente se puede conocer la perfección de esa época, como aún puede ver todos los día por muchas partes barros rojos y negros aretinos, (Los negros son etrúscos, los rojos aretinos) como se juzga por la manera, en torno al mismo tiempo, con elegantes tallas y figuras e historias de bajo relieve, y muchas máscaras redondas sutilmente trabajadas de maestros de esta edad, como para tal efecto se muestran, muy prácticos y valientes en este arte. Parece aún por las estatuas encontradas en Viterbo al principio del pontificado de Alejandro VI, que la escultura tiene una alta perfección en la Toscana; y como no se sabe precisamente el tiempo en que ellas fueron hechas, por eso, y la manera de las figuras, el método de la sepultura y su construcción, así como las inscripciones de escritos toscanos, se puede conjeturar que son muy antiguos y hechas en tiempos en que las cosas allí estaban en orden y gran estado. Pero las antigüedades nuestras como las de los Griegos, Etíopes y Caldeos son parecidamente dudosas o quizás sea mayor, y como es necesario fundar el juicio de tales cosas en conjeturas, pero no tanto que por sin sentidos se descartan y no señalen, creo, no haber ido muy separado de la verdad, y no piensen cada uno que en esta parte discretamente considerarán, juzgarán como yo, cuando sobre esto dicen, que el principio de estas artes ha sido la misma naturaleza, y el principio, y modelo, la muy hermosa fabrica del mundo y el maestro de esta luz infundida es Dios. Y en nuestro tiempo, se ha visto (como yo creo poder demostrar para con muchos ejemplos) que los simples niños educados en los bosques, ellos solos ayudados por el ejemplo natural ejecutan bonitas pinturas y esculturas de la naturaleza, solo con la vivacidad de su talento ellos mismos comienzan a dibujar (Tópico que atribuye a Giotto), cuánto más se puede verdaderamente pensar, que sucedió con los hombres primeros, los cuales no estaban faltos ni andaban alejados de su principio y divina generación, tanto más perfectos eran y con mejor talento, teniendo por guía la naturaleza, y por maestro la inteligencia pura. ¿No pudieron estos en un principio ir poco a poco mejorando, y llegando finalmente a la perfección?. Yo no quiero negar que no haya habido uno que comenzase el primero, yo sé, que es necesario que alguno encuentre el principio; ningún nacido negará el haber sido posible que uno ayudara al otro y enseñase y abriese el camino al dibujo, y al color y al relieve, porque sé que el arte nuestro es en gran parte, imitación de la naturaleza principalmente y porque por sí mismos no lo pueden subir muy arriba, los que son considerados mejores maestros. Pero digo que la voluntad determinante de afirmar que ese u otro fueran, es cosa muy peligrosa de juzgar y quizá poco necesario para a saber, la verdadera raíz y origen de su nacimiento. Porque, a continuación que obras que son la vida y el renombre de los autores, las primeras las segundas y terceras y otras al pasar de mano en mano los días, y el tiempo que consume todo, y no siendo conocidos pues entonces no los escribían, por tanto al menos por esta causa no son conocido en la posteridad, aun llegando son desconocido los autores de aquéllas; Cuando los escritores comenzaron por hacerles memoria de las cosas hechas de los de delante, por tanto ya no hablan de aquéllos de cuáles no habían podido tener nuevas, de modo que a los primeros que parecen ser, son solo los últimos en no perderse en la memoria. Así como el primero de los poetas por consenso común dicen ser Homero, no porque antes él no hubiera algúno, que los hubo, así bien no muy excelentes y en las cosas suyas se ve claramente, pero porque se había perdido ya el recuerdo de los primeros, de quienes fueron, hace ya 2000 años. Sin embargo, dejando apartada esta parte, demasiado dudosa por su antigüedad, pasemos a las cosas más claras de su perfección, ruina y restauración, para decirlo mejor, al renacimiento, que con mucho mejor fundamento podremos razonar.
Digo, que el arte es verdad, que comenzó en Roma tarde, si las primeras figuras fueron sin embargo, como se dice, la representación de Ceres hecha de metal, de los bienes de Espurio Casio (Plinio 34-15) el cual, porque maquinaba de hacerse rey, lo mató su padre sin respeto a sus deseos, y continuó creciendo los miembros de la escultura y la pintura hasta a consumar los XII Césares. Pero la fortuna cuando conduce a los otros a la cima de la rueda, o por cambiarle el humor o por arrepentimiento las más de las veces lo vuelve en fondo. Y para esto, se alzaron en distintos lugares del mundo casi todas las naciones bárbaras, en contra de los Romanos, y en seguida en porco tiempo no solamente cayó el imperio, sino la ruina entera y máxime de la misma Roma, con la cual arruinaron los excelentes autores, escultores, pintores, dejando a los mismos enterrados y sumergidos entre las miserables masacres y ruinas de aquélla muy famosa ciudad. En primer lugar desparecieron la pintura y lo escultura como artes más para el deleite que para otra cosa poco servían, aunque la arquitectura, como necesaria y y útil a la salud del cuerpo, continuó pero no ejercitándose demasiado bien. Y si no fuera porque las esculturas y las pinturas representaban ante los ojos de los que nacieran de mano en mano de quien habían sido honrados para darles perpetua vida, incrustados, se hubiera apagado la memoria de las unas y de los otros. Allí donde se conservaron es porque las inscripciones se colocaron en las arquitecturas privadas, o en la pública, estando en los anfiteatros, teatros, en las termas, en los acueductos, en los templos, en los obeliscos, en los colosos, en las pirámides, en los arcos, en los erarios, y finalmente en la sepultura misma; que se destruyó una gran parte por gente cruel y atroz, que no tenían de hombres solo la efigie y el nombre. Éstos entre otros fueron los Visigodos, los cuales tenían a Alarico por Rey, y sitiaron Italia y Roma, y la saquearon por dos veces (en el 410) sin respeto a nada determinado. Lo mismo hicieron los Vándalos (en el 455) venidos de África con Genserico su Rey; el cuál, no contento con la crueldad que les hizo, que redujo a esclavos a las personas y con ellas una enorme miseria, incluida Eudosia, mujer que fue del emperador Valentiniano, este habiendo sido muerto un poco antes por sus propios soldados. Todo, había degenerado en muy gran parte el valor antiguo romano de los emperadores, desde hacía tiempo los mejores habían huido a Bizancio con el emperador Constantino emperador, no teniendo ya ni más hábitos, ni modales buenos para la vida. Al perder al mismo tiempo los verdaderos hombres y toda suerte de virtud, y cambiado las leyes, formas de vivir, nombres y lenguas, todas estas cosas juntas, y cada una de ella por su lado, quedó lo hecho por el espíritu alto y el talento, muy feo y muy bajo para serlo. Pero lo que sobre todas las cosas dichas, resultando ser una gran pérdida muy grande para estas profesiones, fue el celo entusiasta de la nueva religión cristiana; la cuál, después de largo y sangrante combate, al conseguir finalmente con milagros y con la sinceridad de sus hechos, cortar y terminar la vieja fe de los gentiles, mientras que ardientemente esperaba con cada diligencia lavar y extirpar en la menor ocasión cualquier error que pudiera nacer, no dañó solamente, o lanzó por tierra todas las estatuas maravillosas sino también las esculturas, pinturas, mosaicos y ornamentos de los falaces dioses de los gentiles, sino aún las memorias y los honores de infinitas personas egregias. A los cuales, por sus excelencias, merecimientos, y virtudes, en la antigüedad les hicieron en publico estatuas y otras memorias. Por otro lado para construir las iglesias al uso cristiano, no solamente destruyó los más honrados templos de los ídolos. Para hacer pasar por más noble y para adornar a San Pedro, se desnudó de columnas de piedra la Mole de Adriano, hoy proverbio Castel Sant´Angelo (En la giuntina omite este comentario no probado), así como la Antoniana se despojó de columnas piedras y de incrustaciones para esta de San Pablo, y las Termas de Diocleciano y de Tito para hacer la Santa Maria la Mayor, con extrema ruina y daño, de las muy divinas construcciones, las cuales se comprueba hoy arruinadas y destruidas. La religión cristiana no hacía esto por odio a la virtud, sino solamente para injuria y sacrificio de los dioses de los gentiles; pero con tan ardiente celo que consiguió la ruina de estas adornadas profesiones, las cuales perdían en todo la forma. Por si nada faltara a este gran infortunio, llegará Totila contra a Roma, que además de lo romper las murallas, y arruinar con hierro y fuego todos los más maravillosos y dignos edificios de aquélla, la quemó toda por entero; y expoliándola de todos los cuerpos vivos, la dejó a las llamas del fuego, a los 18 días de continuo no se encontraban nadie vivo; cortó y destrozó tanto las estatuas, las pinturas, los mosaicos y los yesos maravillosos, que se perdió, digo ya no solo la majestad, sino la forma y ni siquiera parecía ciudad. Siendo las habitaciones bajas, trabajadas de estuco y pinturas y estatuas, con las ruinas se cubrieron todas que es lo que en nuestros días se encuentra. Y los que sucedieron a continuación, al juzgar todo ello en la ruina, sobre ello plantaron vides. De modo que como las habitaciones permanecieron bajo la tierra, los modernos las llamaron grutas, y grutescos las pinturas desnudas que han llegado al presente. Terminados el periodo Ostrogodo, que fueron por Narsés derrotados, viviendo entre las ruinas de Roma de alguna manera los habitantes, y vinieron después de ciento años Constante, segundo Emperador de Constantinopla, y recibido afectuosamente de los Romanos, dañó, desnudó y expolió todo lo que en la pobre ciudad de Roma hubiera quedado más por suerte que por voluntad de quienes la habían arruinado. Bien es cierto que no pudo gozarse esta presa, porque, por una tormenta de mar llegó a Sicilia, siendo precisamente ajusticiado de los suyos, dejó los despojos, el reino y la vida, en manos de la fortuna. Quién, no satisfecha con las desgracias de Roma, para que las cosas robadas no pudieran volver ya nunca, les llevó a un ejército de Sarracenos, a la isla (827); los cuáles se llevaron todo lo de Sicilia y los mismos despojos de Roma a Alejandría, con enorme vergüenza para Italia y el Cristianismo. De tal manera que todo lo que no habían dañado los Pontífices , máxime San Gregorio (Gregorio Magno 590-604), del cual se dice que que arrasó las estatuas y despojos de los edificios, el cual tuvo un mal final por las hordas griegas. De modo que, al no verse más vestigios ni indicios de ningún orden, los hombres que vinieron luego, al no encontrarlos, trabajaron tosco y rudo, y particularmente en las pintura y en la escultura, incitados de la naturaleza y modelados en el aire, dieron en hacer, no según las normas predichas de las artes, que no tenían, sino de acuerdo a la calidad de sus talentos. Y así nacieron de sus manos estos fantoches y aquéllas gofas, que en las casas viejas aún aparecen hoy. Lo mismo se produjo con la arquitectura; porque, fue necesario también edificar y habiéndose perdido en todo las formas y el buen método en los autores muertos, y por las obras destruidas y arruinadas, los que se dieron a tal ejercicio no construían nada que tuviera medida o gracia, ni dibujo, ni razón evidente. Por lo que vinieron a reaparecer nuevos arquitectos, que los bárbaros trajeron y siguiendo su métodos hicieron de esta manera edificios que hoy nosotros los llamamos alemanes, los cuales hacían algunas cosas ridículas para nosotros los modernos pero por ellos alabadas; mientras las mejores formas encontraban a los mejores autores, como se ve de esta manera por toda la Italia en las más viejas iglesias, y no antiguas, que ellas se construyeron, como en Pisa, la planta del Duomo diseñada de Buschetto Greco da Dulichio, construida en el 1016 (1063); En su honor, le pusieron por su valía en esta edad ruda, hoy en Duomo de Pisa en su sepultura:
QVOD VIX MILLE BOVM POSSENT IVGA IVNCTA MOVERE ET QVOD VIX POTVIT POUR MER FERRE RATIS BVSCHETI NISV QVOD ERAT MIRABILE VISV DENA PVELLARVM TVRBA LEVAVIT ONVS.
aprox. Lo que no hubieran podido mover mil bueyes en yugo, y que un barco por mar dificilmente pudo arrastrar, con el admirable esfuerzo de Buschetto, pudieron soportar la carga diez doncellas.
El Duomo de Milán fue hecho de la misma manera, construido el año 1388 (1386), y el de Siena, e infinidad de edificios con estilo alemán, incluso muchos palacios y distintas edificaciones, que hay por toda Italia y fuera ella; como San Marcos de Venecia, la Cartuja de Pavía, San Antonio de Padua, San Petronio de Bolonia, de San Martino de Lucca, la iglesia de Arezzo, la Cúpula, y el obispado, que lo hizo terminar el Papa Gregorio X, piacentino de la familia de los Visconti, e igualmente el templo de Santa María de Fiore en Florencia, construido por el arquitecto Arnolfo Alemán.
Siendo la causa de que bajo las ruinas de Roma permaneciese enterradas las modalidades de las esculturas y de las pinturas, desde que la arruinó Totila hasta el 1200. Por aquel tiempo había permanecido en Grecia un resto de autores a la manera vieja, que hacían imágenes de barro y piedra, y pintaban otras figuras monstruosas, con el primer lineamento y con el campo de color. Y estos como estaban solos en la profesión, llevaron el arte de la pintura a Italia, junto con el mosaico y la escultura, y como sabían, a los hombres italianos les enseñaron la rudeza. Como los hombres de ese tiempo, no conociendo otra bondad ni perfección en las cosas, que aquéllas que veían, solamente se maravillaban de aquéllas, aunque bellaquerías eran, sin duda como las mejores las aprendían. Por eso los espíritus de los que nacían, ayudados en algún lugar por la naturaleza y sutileza del aire, y se purgaron hasta tal punto de errores que en el 1250, el cielo, a piedad se movió por los talentos que en la tierra toscana se producían cada día, y los condujo a la forma primera. Aunque antes de ellos habían visto restos de arcos o de colosos o de estatuas, o de pilas, o columnas con historias, en los tiempos que estuvieron después de los saqueos, la ruina y los incendios de Roma, que sepamos, nunca lograron hacerlos valer o aprovecharlo de alguna determinada manera, hasta el tiempo dicho arriba, Y, como yo decía, los talentos mejores, conociendo muy bien los ordenes malos, abandonaron las maneras viejas, ellos equivalió a imitar las antiguas, con toda la industria y talento en ellas. Pero porque más fácilmente se entienda lo que llamo viejo y antiguo, antiguas, fueron las cosas antes de Costantino, de Corinto, Atenas y Roma, y de otras muy famosas ciudades, hechas bajo Nerón, los Vespasianos, Trajano, Adriano y Antonino; asimismo, a otras llamo viejas, desde San Silvestre (Papa en el 314) desde aquí fueron realizadas obras por los restos de los Griegos, las cuales más sabían de teñir que de pintar. Porque, al ser en estas guerras muertos los excelentes mejores autores, el resto de los Griegos, viejos y no antiguos, no les quedó otra que realizar las primeras líneas en un solo campo de color; como de esto dan fe hoy en día, los infinitos mosaico, que por toda la Italia han sido trabajados por los Griegos, como en el Duomo de Pisa, y en San Marcos de Venecia, y de aún en otros lugares. Y continuaron haciendo muchas pinturas, de esta manera: Con los ojos espirituales, manos abiertas, y los pies en puntillas, como se ve aún en San Miniato (#) extramuros de Florencia, entre la puerta que va a la sacristía y la que va al convento, (Pero Vasari parece referirse a los frescos del Maestro de la Magdalena) y en Santo Spirito en la misma ciudad toda la banda del claustro hacia la iglesia, y del mismo modo en Arezzo, en San Julián y en San Bartolomé y en otras iglesias, y en Roma en la basílica vieja de San Pedro, hay historias alrededor y entre las ventanas, con cosas que en el lineamento, tienen más de efigie monstruosa, que de ser de humano.
De esculturas, ellos, del mismo modo hicieron infinitas, como se ve aún, sobre la puerta de San Miguel en la plaza Padella de Florencia, de bajorrelieve, y también en Ogni Santi, y para muchos lugares, sepulturas y en ornamentos de puertas para iglesias, donde tienen en ménsulas, figuras para resistir el techo, cosas feas y toscas, tan mal hechas, que parece imposible hacerlo peor.
Y de esta manera aparecen en Roma en el arco de Constantino, bajo los tondos hay historias, que fueron despojos del arco de Trajano, y usadas por Constantino en honor a la victoria sobre Majencio, y allí quedaron colocados; por lo que se ve que no tenían maestros, los que tenía el principado hicieron eso, vergüenza desnuda en el mármol tallado. Trabajaron aún las nuevas iglesias de Roma de mosaico a la manera griega, como la tribuna de Santa Práxedes, y en Santa Prudenciana, y similar en Santa María Nuova, con un mismo método, en Santa Inés fuera de Roma y en todas las muy honradas basílicas que dedicaron a los santos, Hasta que empezaron a mejorar su estilo, y así hicieron en la tribuna de San Juan de Letrán y en la de Santa María la Mayor, y particularmente la tribuna de la capilla principal de San Pedro en Roma, e infinitas otras iglesias y capillas de la dicha ciudad. Y, en el antiguo templo de San Juan en Florencia la tribuna de ocho caras, del marco hasta la linterna, que fue trabajada de mano de Andrea Taffi con la misma manera griega, pero en verdad mucho más hermoso.
Hasta aquí me pareció discurrir de los principios de la escultura y la pintura, y por ventura más ampliamente de lo que en este lugar es necesario. Que sin embargo, lo hice, no tanto transportado de mi afición al arte, sino movido hacia el beneficio y utilidad común de los autores nuestros. Los cuales puedan ver, con método, desde el pequeño principio, a como se conduce a suma altura, y como desde un grado tan noble cayó hasta la ruina más extrema, y, por consiguiente, la naturaleza de este arte, similar a este otro, que, como cuerpo humano, tiene que nacer, crecer, envejecer y morir, y con ello podrán ahora más fácilmente conocer el progreso de su renacimiento; y aquélla perfección, que ha alcanzado en los tiempos nuestros.
Y si por causa de no lograrlo (no lo quiera dios), llegase por algún tiempo, por el descuido de los hombres o por la malignidad de los siglos o por no querer los cielos, que no parece que quieran que las cosas se mantenga en su esencia mucho tiempo, y ocurriese de nuevo el mismo desorden y ruina, puedan estos trabajos mío, donde fuera (siendo dignos de una benigna fortuna), por lo dicho, y lo discurrido más delante, para aquéllas personas que puedan mantener en vida el arte; o al menos dar el espíritu a los más elevados talentos para proveerlos de mejores ayudas: siendo mucha mi buena voluntad, y con las obras de estos, sean abundantes ayudas y ornamentos de aquéllos, de los cuáles (si es lícito decir la verdad libremente) han faltado hasta ahora. Pero ya es tiempo de empezar con la vida de Giovanni Cimabue; el cuál, dió principio al nuevo método de la pintura, es justo y indispensable que esté en las vidas, en las cuales me esforzaré en observar más las maneras de ellos, más que su tiempo. Describiré sin embargo diferente las formas y rasgos de los autores, al juzgar como tiempo perdido circunscribir con palabras lo que manifiestamente se pueden ver en sus obras, citadas y asignadas mi, que por todas partes es encuentran.