Es gran cosa que la naturaleza se esfuerce a veces de hacer un talento maravilloso, y que en sus primeros comienzos muestren las cosas con sus obras, de tal manera que se espere él que puedan superar el cielo. Pero tantas expectativas se plantean en el espíritu, que o por el vigor de la naturaleza o por capricho de la fortuna luego que lo ensalzan elevándolo de la tierra lo dejan caer de nuevo. Y quien lo había apoyado con toda la fe puesta en esta persona, trunca las ramas de la esperanza, y no solamente calla lo imposible en él, que vitupera la primera señal que parecía devenir en más que mortal, y luego con infinito oprobio pretende enterrarlo, que parece querer hundirlo en ella para que nunca se le pueda observar. No reconocerá la cosa que entre tantas malas se hace buena (tanta fuerza tiene el desprecio en los espíritus de los cuales esperaban los milagros), no quieren considerarlo de clara manera, cerrándose los ojos generalmente para no tener que ver la verdad.

Turbado el espíritu que trabaja, pasa a ser de espíritu más flojo, y continuamente lo invade el desánimo y desfallecen sus fuerzas. Y de tales muchos pintores en este arte, e infinitos también en otras ciencias. Porque si en los comienzos destaca, reteniéndolo con honestos medios, rara vez es, que no llega a excelente. Esto no le pasó a Rafaellin del Garbo pintor, ayudado de la naturaleza en su juventud excelente y de admirable talento, que las mejores expectativas de la gente las condujo al mejor fin.

Fue Rafaellino discípulo de Filippo de fray Filippo en su juventud, y muy estudioso y deseoso de alcanzar al final la perfección de este arte, donde señales manifiestas mostró, trabajando cuando era joven en la Minerva con Filippo (#). Y pareció que la naturaleza en la juventud de este se esforzaba para dar comienzo, pero llegando a la madurez fue mediocre, y el final casi nada de merecimiento.

Las primeras obras de Rafaello se celebraron en la capilla de Capponi en San Bartolomeo de Monte Oliveto, fuera de la puerta San Friano sul Monte, dónde pintó una tabla con la resurrección de Cristo (#), y entre las figuras algunos soldados, que prometían de él cosas muy raras en el futuro.

Hizo a las monjas de San Jorge, en el muro donde la puerta de la iglesia, una Piedad con las Marías alrededor, y del mismo modo al fresco bajo otro arco a la virgen, en 1504 (todo perdido en 1705).

En la iglesia de Santo Spirito en Florencia en un tabla, sobre la que había pintado de Nerli, (#) Filippo su maestro, pintó una Piedad (#), que se tiene por muy buena y alabada; y además otra de San Bernardo (posiblemente se trata de la obra de Perugino, #), que no carece de la perfección de la otra.

Era en su imaginación de ir continuamente por delante en el arte, pero cada dia empeoraba. En Santo Spirito bajo las puertas de la sacristía hizo otras dos tablas (#, #), en las cuales declinó tanto de este primer orden que esas cosas ya no parecían más de su mano.

Y cada día parecía olvidar el arte aunque continuaba, realizando tablas y cuadros, pintando cualquier cosa que le encargasen; y humillando demasiado por el peso de los muchos hijos que tenía para mantenerlos, que su valor en arte cambió en torpeza.

Sobrellevando enfermedad, y empobrecido, mal terminó su vida a la edad de 58 años. Se enterró por la Compañía de la Misericordia, en San Simon de Florencia en el 1524. Dejó a muchos después él que fueron prácticas personas. Fue en su juventud a aprender de este, el arte en sus comienzos, Bronzino. pintor florentino, que a continuación estudio bajo la protección de Iacopo da Puntormo, pintor florentino, que en el arte alcanzó al mismo Iacopo su maestro, como de ello en realidad dan fe algunos retratos y obras de su mano, para el guardarropa del muy famoso y muy excelente Sr. duque Cosimo (numerosos en uffizi), y para la muy famosa señora Duquesa, la capilla trabajada al fresco (#); y por su forma de vivir y por su arte mereció infinitos elogios.